El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una fecha para visibilizar y denunciar la violencia ejercida contra las mujeres en todo el mundo. Esta conmemoración busca generar conciencia, exigir justicia y promover políticas públicas que erradiquen todas las formas de violencia de género.
En este sentido el concepto de pinkwashing se originó como una crítica a la forma en que algunas entidades usaban el activismo LGBTQ+ para mejorar su imagen sin que esto implicará el hacer un compromiso genuino con la causa. El término se popularizó inicialmente en el contexto del activismo por los derechos de las personas con VIH/SIDA, en el que algunas empresas e instituciones gubernamentales afirmaban apoyar a la comunidad LGBTQ+ mientras en realidad aplicaban políticas que perjudicaban a estos grupos. La connotación del término es negativa, ya que hace referencia a la falta de autenticidad en el apoyo a los derechos humanos.
El término "pinkwashing" se refiere al uso de la imagen y los derechos de la comunidad LGBTQ+ como una estrategia de marketing o publicidad realizada por parte de empresas, gobiernos y otras instituciones. Esta táctica puede manifestarse de diferentes maneras, desde la comercialización de productos durante el mes del Orgullo hasta el uso de símbolos de igualdad en campañas que buscan reforzar la imagen más de forma que de fondo, mientras las entidades involucradas pueden estar involucradas en prácticas que van en contra de los derechos LGBTQ+.
Un ejemplo típico sería una marca que lanza productos o mensajes "feministas" el 25 de noviembre, pero que al mismo tiempo mantiene prácticas laborales explotadoras hacia mujeres en su cadena de suministro.
El pinkwashing se presenta en varias formas, entre ellas podemos identificar las siguientes:
1. Campañas Publicitarias: Principalmente en fechas clave como el mes del Orgullo, en el que podemos observar como muchas marcas cambian sus logos a versiones de arcoíris y lanzan campañas que celebran la diversidad, pero estas iniciativas a menudo no se trasladan a sus políticas internas de empleo y prácticas comerciales.
2. Venta y promoción de Productos: Algunas empresas incluso lanzan líneas de productos con temática LGBTQ+, donde un porcentaje de las ventas se destina a organizaciones de derechos humanos. Sin embargo, a menudo estas empresas tienen un historial de prácticas laborales que no son inclusivas o de apoyar políticas que discriminan a la comunidad LGBTQ+.
3. El llamado Lavado de Imagen Político: Algunos gobiernos que mantienen políticas represivas hacia la comunidad LGBTQ+ utilizan la aceptación de eventos como el Orgullo para desviar la atención de violaciones de derechos humanos más amplias. Esto crea una ilusión de progreso que lamentablemente la mayoría de las veces no se refleja en la realidad.
LAS CRÍTICAS AL PINKWASHING ABARCAN DIVERSOS ASPECTOS:
Desviación del Activismo Genuino: El pinkwashing puede desviar la atención de problemas reales que enfrenta la comunidad LGBTQ+, enfocándose más en el marketing y la imagen que en políticas que promuevan un cambio real.
Explotación Comercial: Las empresas que adoptan el enfoque del pinkwashing a menudo son vistas como explotadoras, utilizando el sufrimiento de la comunidad LGBTQ+ para obtener beneficios económicos sin un compromiso real hacia la causa.
Desconfianza: La práctica del pinkwashing crea desconfianza tanto entre los consumidores como dentro de la comunidad LGBTQ+. Las personas pueden dudar de las intenciones de las marcas que, en lugar de ser aliadas, parecen más interesadas en los beneficios económicos.
No podemos dejar de visibilizar que el pinkwashing tiene implicaciones mucho más amplias que afectan la percepción pública y el avance de los derechos LGBTQ+. Lo que difumina y desdibuja el mensaje de inclusión y respeto, creando un falso sentido de seguridad en lugares donde aún persisten actitudes discriminatorias. Por ello para contrarrestar el pinkwashing, es esencial promover el activismo auténtico que no solo celebre la diversidad, sino que también implemente cambios significativos y sostenibles. Las marcas y organizaciones deben ser transparentes sobre sus políticas internas y compromisos, y garantizar que sus acciones se alineen con los valores que dicen defender.
El pinkwashing es un fenómeno que, aunque aparentemente positivo en su superficie, puede socavar los esfuerzos genuinos por la igualdad y la inclusión. Se necesita un enfoque crítico y consciente tanto de los consumidores como de las entidades para asegurarse de que el apoyo a la comunidad LGBTQ+ sea auténtico y significativo. Solo así lograremos un verdadero avance hacia un mundo más inclusivo para todos. Esto pone en evidencia cómo el pinkwashing puede trivializar una causa seria y urgente como la erradicación de la violencia contra las mujeres.