A pesar de que el envejecimiento de la población constituye todo un desafío para el mundo de hoy, todavía falta mucho por hacer para brindar la debida atención a la protección social de las personas adultas mayores. Uno de los huecos es el poco interés que se tiene por apoyar a los asilos o casas de retiro, dado que la mayoría de estos lugares se encuentran en el olvido y funcionan prácticamente de milagro.
Nos referimos sobre todo a los asilos de beneficencia, no propiamente a los privados que -con sus contadas excepciones- operan sin tantos problemas económicos.
Se hace manifiesto el marcado desinterés por parte del gobierno y de la misma sociedad por apoyar a esas instituciones, acaso se acuerdan durante la temporada navideña y se vuelven a olvidar de que existen.
El envejecimiento de la población representa un reto mayúsculo y, por lo tanto, harán falta más asilos y casas de retiro para albergar a las personas que por azares del destino o por decisión de sus familiares los envían a vivir sus últimos años a esos lugares. Pero muchos de esos sitios se enfrentan a grandes carencias económicas y materiales.
Un ejemplo claro de lo anterior es el asilo que se encuentra por la calle de la Mora, muy cerca de la zona centro de nuestra ciudad, que está en el olvido y necesita alimentos, medicinas, pañales y ropa térmica para sus huéspedes durante esta temporada de frío. Requieren urgentemente de gasas de todos tamaños, agua estéril, electrolit de coco, jabón quirúrgico, gasa con medicamento, parches medicinales, ensure, pañales calzón talla grande, pañal predoblado talla grande.
Y alimentos como aceite, azúcar, atún, café, galletas, cereal, papel higiénico, jabón de tocador, champú, pinol, cloro, jabón para ropa y despensa en general. Además, cobijas, almohadas y cubrecolchones.
Como podemos apreciar, las penurias son muchas y los apoyos muy pocos, ante lo cual no es posible dejar a su suerte a los asilos que viven prácticamente de la caridad pública y de la buena voluntad de algunos bienhechores. Hay que volver los ojos a esos sitios que brindan techo, abrigo, cariño y consuelo a las personas que, a decir verdad, aguardan paciente o impacientemente el momento final de su existencia en este mundo terrenal.
También debemos tomar conciencia de que el envejecimiento de la población es una de las tendencias más significativas en el siglo XXI. Tiene repercusiones importantes y de vastos alcances en todos los aspectos de la sociedad.
A escala mundial, cada segundo dos personas cumplen 60 años, es decir, el total anual es de casi 58 millones de personas que llegan a los 60 años. Dado que actualmente una de cada nueve personas tiene 60 o más años de edad, y las proyecciones indican que la proporción será una de cada cinco personas hacia 2050, el envejecimiento de la población es un fenómeno que ya no puede ser ignorado.
Es necesario subrayar que el envejecimiento constituye un triunfo del desarrollo; y el aumento de la longevidad es uno de los mayores logros de la humanidad. Ahora, las personas tienen vidas más largas debido a las mejoras en la nutrición, el saneamiento, los adelantos médicos, la atención de la salud, la educación y el bienestar económico. La esperanza de vida al nacer es en la actualidad superior a 80 años en 33 países; hace solamente cinco años, habían llegado a ese hito únicamente 19 países.
En el caso de México es de 75 años, conforme a las últimas estimaciones.
Lo cierto es que el proceso de envejecimiento y la necesaria construcción de políticas públicas para atenderlo se dan en un contexto en el cual México enfrenta problemas estructurales como la pobreza, la inseguridad y la desigualdad.
LA REFLEXIÓN
No olvidemos nunca que los jóvenes de hoy, serán los ancianos del mañana.