/ miércoles 6 de septiembre de 2023

Bajo el Sol | La comida chatarra

Hoy abordaremos un tema que nos atañe a todos, porque forma parte de la vida diaria de las personas de casi todas las edades y de los distintos niveles sociales y económicos. Nos referimos a la ingestión de los llamados productos alimenticios chatarra.

Pero vamos por partes. ¿Qué es la comida chatarra? De acuerdo a diversas definiciones de especialistas, es una denominación del argot para los alimentos con valor nutricional limitado. Por lo general, ofrecen poco en términos de proteínas, vitaminas o minerales y en cambio aportan una gran cantidad de calorías de azúcar o grasa, lo que se ha denominado con el término “calorías vacías”.

Cada persona tiene su propia lista de alimentos chatarra. La mayoría de la gente incluye alimentos con alto contenido de sal, azúcar, grasas o calorías y bajo contenido de otros nutrientes, por ejemplo, snacks salados, golosinas, goma de mascar, la mayoría de los postres dulces, comida rápida y bebidas azucaradas. Los fritos son algunos de los principales alimentos considerados como comida chatarra.

La Organización Panamericana de la salud (OPS) le ha dado a esta definición otro matiz. Se ha basado en el sistema NOVA de clasificación de alimentos el cual no está basado en la cantidad de nutrientes. “El sistema NOVA agrupa los alimentos según la naturaleza, la finalidad y el grado de procesamiento” (Organización Panamericana de la Salud, 2015).

Sin temor a equivocaciones, una de las necesidades primordiales de los seres vivos es alimentarse; los organismos más simples y los más complejos dependen de ello para existir. No hay nada más sencillo y a la vez más complejo que el acto de alimentarse. Captar nutrientes de sustancias orgánicas (azúcares, lípidos, proteínas y vitaminas) e inorgánicas (agua y minerales) es un proceso que depende de múltiples factores fisiológicos y medioambientales. Plantas y animales compiten por estos nutrientes y, en algunos casos, se benefician mutuamente mediante relaciones simbióticas. En términos de sobrevivencia, alimentarse es un acto que vincula a organismos vivos en relaciones de competencia y dependencia.

Pero, para los seres humanos la sencillez-complejidad de este proceso cobra un cariz particular. No es una cuestión de exclusiva dependencia y competencia fisiológica; para los seres humanos, además de biológico, alimentarse es un proceso sociocultural.

Analizar el aspecto político de lo alimentario es relevante en una sociedad de mercado como la nuestra, donde la lógica expansiva del capitalismo, centrada en la ganancia económica, modela la vida cotidiana; en una sociedad marcada por desigualdades socioeconómicas que repercuten en una distribución inequitativa de la riqueza y de las posibilidades para satisfacer las necesidades básicas, así como en una sociedad en la que la transformación de hábitos alimenticios y estilos de vida ha propiciado un sobreconsumo de comida extremadamente industrializada con alto contenido calórico.

En el caso particular de nuestro país, los productos alimenticios chatarra tienen gran aceptación entre la población, desde infantes hasta personas adultas mayores, prueba de ello es que, a pesar de las intensas campañas de orientación nutricional impulsadas por las autoridades del sector salud, no ha sido posible bajar los volúmenes de consumo. Dicho de otro modo, las citadas campañas han resultado un apabullante fracaso, puesto que mucha gente sigue consumiendo los alimentos chatarra-

Está comprobado que la comida chatarra se configura como alguno de los factores que dan forma a una epidemia que cobra anualmente la vida de millones de individuos: la obesidad y el sobrepeso, así como las enfermedades no transmisibles asociadas (cardiovasculares, diabetes, algunos tipos de cáncer o trastornos del aparato motor).

Recordemos que desde la década de los setenta del siglo pasado ya se habían identificado mundialmente el sobrepeso y la obesidad como problemas de salud pública, pero no fue sino hasta 2004 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refirió a ellos como una epidemia mundial que cobra la vida de 2.6 millones de personas al año.

Por todo ello, urge cambiar de hábitos alimenticios, dado que el sobrepeso y la obesidad es una de las principales causas de decesos en el mundo entero y no se diga en nuestro país.

LA REFLEXIÓN: Bien se dice que de limpios y tragones están llenos los panteones.

Hoy abordaremos un tema que nos atañe a todos, porque forma parte de la vida diaria de las personas de casi todas las edades y de los distintos niveles sociales y económicos. Nos referimos a la ingestión de los llamados productos alimenticios chatarra.

Pero vamos por partes. ¿Qué es la comida chatarra? De acuerdo a diversas definiciones de especialistas, es una denominación del argot para los alimentos con valor nutricional limitado. Por lo general, ofrecen poco en términos de proteínas, vitaminas o minerales y en cambio aportan una gran cantidad de calorías de azúcar o grasa, lo que se ha denominado con el término “calorías vacías”.

Cada persona tiene su propia lista de alimentos chatarra. La mayoría de la gente incluye alimentos con alto contenido de sal, azúcar, grasas o calorías y bajo contenido de otros nutrientes, por ejemplo, snacks salados, golosinas, goma de mascar, la mayoría de los postres dulces, comida rápida y bebidas azucaradas. Los fritos son algunos de los principales alimentos considerados como comida chatarra.

La Organización Panamericana de la salud (OPS) le ha dado a esta definición otro matiz. Se ha basado en el sistema NOVA de clasificación de alimentos el cual no está basado en la cantidad de nutrientes. “El sistema NOVA agrupa los alimentos según la naturaleza, la finalidad y el grado de procesamiento” (Organización Panamericana de la Salud, 2015).

Sin temor a equivocaciones, una de las necesidades primordiales de los seres vivos es alimentarse; los organismos más simples y los más complejos dependen de ello para existir. No hay nada más sencillo y a la vez más complejo que el acto de alimentarse. Captar nutrientes de sustancias orgánicas (azúcares, lípidos, proteínas y vitaminas) e inorgánicas (agua y minerales) es un proceso que depende de múltiples factores fisiológicos y medioambientales. Plantas y animales compiten por estos nutrientes y, en algunos casos, se benefician mutuamente mediante relaciones simbióticas. En términos de sobrevivencia, alimentarse es un acto que vincula a organismos vivos en relaciones de competencia y dependencia.

Pero, para los seres humanos la sencillez-complejidad de este proceso cobra un cariz particular. No es una cuestión de exclusiva dependencia y competencia fisiológica; para los seres humanos, además de biológico, alimentarse es un proceso sociocultural.

Analizar el aspecto político de lo alimentario es relevante en una sociedad de mercado como la nuestra, donde la lógica expansiva del capitalismo, centrada en la ganancia económica, modela la vida cotidiana; en una sociedad marcada por desigualdades socioeconómicas que repercuten en una distribución inequitativa de la riqueza y de las posibilidades para satisfacer las necesidades básicas, así como en una sociedad en la que la transformación de hábitos alimenticios y estilos de vida ha propiciado un sobreconsumo de comida extremadamente industrializada con alto contenido calórico.

En el caso particular de nuestro país, los productos alimenticios chatarra tienen gran aceptación entre la población, desde infantes hasta personas adultas mayores, prueba de ello es que, a pesar de las intensas campañas de orientación nutricional impulsadas por las autoridades del sector salud, no ha sido posible bajar los volúmenes de consumo. Dicho de otro modo, las citadas campañas han resultado un apabullante fracaso, puesto que mucha gente sigue consumiendo los alimentos chatarra-

Está comprobado que la comida chatarra se configura como alguno de los factores que dan forma a una epidemia que cobra anualmente la vida de millones de individuos: la obesidad y el sobrepeso, así como las enfermedades no transmisibles asociadas (cardiovasculares, diabetes, algunos tipos de cáncer o trastornos del aparato motor).

Recordemos que desde la década de los setenta del siglo pasado ya se habían identificado mundialmente el sobrepeso y la obesidad como problemas de salud pública, pero no fue sino hasta 2004 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refirió a ellos como una epidemia mundial que cobra la vida de 2.6 millones de personas al año.

Por todo ello, urge cambiar de hábitos alimenticios, dado que el sobrepeso y la obesidad es una de las principales causas de decesos en el mundo entero y no se diga en nuestro país.

LA REFLEXIÓN: Bien se dice que de limpios y tragones están llenos los panteones.