Ahora vamos a recordar a un personaje que hace tres décadas, poco más o poco menos, llegó procedente de la capital del país para incorporarse al gremio periodístico de Aguascalientes. Nos referimos al recientemente fallecido Alfredo Barba Chávez, mejor conocido como la Abacha porque así acreditaba sus notas.
Alfredo trabajó en varios rotativos de la Ciudad de México, donde inició sus actividades reporteriles. Se especializó en la sección deportiva, donde destacó por ser cronista de varias disciplinas, entre ellas, el ciclismo. Uno de los periódicos que más recordaba con cariño era el deportivo Ovaciones, aunque también laboró en otras publicaciones diarias.
Por razones familiares y motivos personales, Abacha decidió salir de la gran metrópoli y seleccionó a Aguascalientes como su nuevo lugar para vivir en compañía de su esposa, hijos e hijas.
Inicialmente llegó como corresponsal del diario capitalino Excelsior, donde la verdad de las cosas cumplió con creces su encomienda de informar sobre lo más importante que sucedía en la entidad.
Abacha supo ganarse la confianza y amistad de numerosos compañeros y compañeras periodistas por su amabilidad, don de gente y espíritu de colaboración. Siempre fue humilde y sencillo en su trato con todas las personas, sin distinción alguna.
Una característica que le distinguía sobre los demás era que siempre andaba con la sonrosa a flor de labio, nunca se le vio malhumorado o preocupado. Lo cierto es que todos los seres humanos, sin excepción alguna, afrontamos diversos problemas y angustias en nuestra vida diaria, pero Alfredo lo sabía disimular muy bien.
Alfredo andaba sonriente todo el tiempo y todo lo recibía con optimismo, nunca lo vimos pesimista y con ganas de hacer bien las cosas, actitud que contagiaba a las personas que lo rodeaban.
Pasados los años se incorporó a El Heraldo de Aguascalientes, donde prestó sus servicios como reportero y editor de planas. Barba Chávez llegó a ocupar el cargo de editor en jefe de El Heraldo, en funciones de director editorial, debido a su capacidad y experiencia.
Posteriormente dejó de pertenecer a El Heraldo y retomó su papel como corresponsal de algunos medios nacionales, a la vez que decidió crear su propio periódico o publicación quincenal.
Abacha tendió lazos de estrecha amistad con el ingeniero Baudelio Esparza Reyes, hijo del exgobernador J. Refugio Esparza Reyes, desde que aquél fue elegido diputado local. Alfredo se convirtió en su mano derecha y asesor de comunicación. Durante años prácticamente fue su asesor de cabecera, incluso cuando Baudelio fue electo presidente municipal de Asientos.
Ambos mantuvieron su amistad hasta el último día de vida de Alfredo, quien falleció hace apenas unos meses ante la consternación de sus familiares, amistades e innumerables compañeros de profesión. Realmente su muerte fue muy sentida. Y lo recordamos ahora con emoción.
Por otra parte, no podemos olvidar a otro periodista que desgraciadamente extravió el rumbo de su vida. Se trata de Héctor Zanella Figueroa, quien por espacio de bastantes años ejerció labores de periodista y a diario lo veíamos atendiendo la agenda gubernamental, por lo que era visitante permanente de las oficinas de Comunicación Social de Palacio de Gobierno.
Zanella se desempeñó como corresponsal de varios periódicos que se editan en la Ciudad de México, además de colaborar en diversas publicaciones locales. Gustaba de vestir con ropa de calidad y con botas, o bien, con zapatos sin agujetas.
Y de buenas primeras, no supimos de él, después nos informaron que había sido internado en el Centro Neuropsiquiátrico. Posteriormente logró ser dado de alta, pero no volvió a la actividad reporteril.
Hace algunas semanas, según nos cuenta nuestro gran amigo y periodista José Luis Bonilla Barrón, quien trabaja en el diario Hidrocálido, caminaba por calles del fraccionamiento Las Américas. Ya era de noche “y me pareció verlo por una de esas arterias, iba arrastrando una maleta y se le pudo ver sucio y descuidado”.
José Luis intentó conversar con él, pero Héctor no hizo caso y se alejó apresuradamente del lugar para perderse en la oscuridad de la noche.
Si se trata realmente de Héctor Zanella Figueroa nos da mucha tristeza que ande en esas condiciones y que no haya recuperado por competo su salud mental.
Es muy lamentable -y esto es una autocrítica- que el gremio periodístico de Aguascalientes se caracteriza por el marcado egoísmo y egocentrismo de sus integrantes, casi sin excepción. Todos y todas nos sentimos hechos a mano, nos sentimos los grandes periodistas, cuando estamos muy lejos de serlo.
Somos vanidosos por naturaleza. Esa es la dolorosa verdad.