/ viernes 6 de octubre de 2023

Café Fausto | Nuestras zonas arqueológicas

Los que somos mayores de cincuenta años de edad crecimos aprendiendo en la escuela que toda esta región, desde Guanajuato hacia la frontera con Estados Unidos estuvo poblada en la etapa prehispánica sobre todo por grupos nómadas que genéricamente llamaban chichimecas y por lo tanto no había zonas arqueológicas. Evidentemente crecimos equivocados.

Sobre todo de la década de los noventa del siglo XX en adelante se han descubierto rastros de asentamientos, sitios y zonas arqueológicas que nos permiten reconocer la posible existencia de grupos, no solo nómadas, sino también sedentarios y semi nómadas en esta parte de México.

Como un antecedente de todo esto tuve la oportunidad de cubrir como corresponsal de un medio nacional en la década de los noventa sobre los primeros trabajos de rescate del sitio denominado “El Ocote”, esto nos daba pistas de una nueva manera de comprender el pasado de esta región.

Luego, hace unas semanas por fin leí un ejemplar de la revista “Arqueología mexicana” dedicada a “Arqueología en Aguascalientes” fechada en marzo de 2021, la leí hasta ahora por tener la revista en la lista de lecturas en espera. Al leerla pude conocer de los avances existentes en cuatro zonas arqueológicas ubicadas en nuestra entidad conocidas como “Cerro de Santiago”, “La Montesita”, “El Cerro de En Medio” y “El Ocote”.

Es importante destacar que estos sitios se construyeron y habitaron entre los años 600 y 900 d.C., es decir, que al llegar los españoles estos espacios estaban ya deshabitados y abandonados, sin embargo de acuerdo a lo encontrado nos da señales de que había una muy activa comunicación comercial a través de los caminos en todo el centro de lo que ahora es México, sus costas e incluso hacia el Norte y el Sur.

Otro elemento importante es que al colonizar los españoles, las rutas y caminos que utilizaron fueron las usadas por los pueblos originarios las cuales seguramente son las mismas que eran transitadas por esos motivos comerciales y de migración en el periodo en el que los sitios eran habitados.

Respecto a la revista deseo comentar que ese ejemplar además de ilustrativo es bastante didáctico y me permitió enterarme de manera general sobre los avances en investigación en los últimos años respecto a estos lugares que son estudiados y rescatados por el Centro Estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en nuestra entidad.

Con base en esta primera información conversé con una fuente cercana del Centro INAH de Aguascalientes quien me informó que en nuestra entidad hay ochenta sitios de pequeños a grandes, algunos con extensión de hasta ocho hectáreas, los cuales están localizados y registrados por la institución. Entre ellos están por supuesto los cuatro antes mencionados.

“Son 80 sitios, aquí el problema se presenta primero por la falta de presupuesto suficiente y en segundo lugar, porque muchos de esos lugares están ubicados en predios que son propiedad privada o ejidal, la gente desconfía de que por entrar el INAH los van a expropiar o quitarles sus tierras, algo que no sucederá, y eso nos impide el acceso”, comentó la fuente “es un trabajo de mucho dialogo, mucho convencimiento para poder ingresar y conocer de cerca todo lo que se tiene en esos lugares”.

Con solo dos arqueólogos en el Centro INAH de Aguascalientes y con problemas presupuestales, este año solamente pudieron trabajar en el sitio denominado “El Ocote”, esto gracias al trabajo conjunto desde hace diez años con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) quienes cuentan con la licenciatura en Arqueología y envían a algunos de sus alumnos para prácticas ayudando a los trabajos de los especialistas del INAH.

Entre los problemas que tienen los especialistas en el campo, curiosamente, no es la inseguridad, comenta la fuente. En Aguascalientes no se han presentado incidentes y en el caso de otras regiones del país los grupos delictivos se han mostrado respetuosos con los arqueólogos y los dejan trabajar, e incluso de alguna manera los cuidan para que no les suceda nada cuando el sitio se localiza en un lugar lejano a una zona urbana.

La fuente me comentó que el Centro INAH inició conversaciones con el gobierno estatal para explorar mecanismos de apoyo por parte de la autoridad local que permitan avanzar en los trabajos de las cuatro zonas más representativas e incluso crear las condiciones para que puedan ser visitadas por la población, existiendo interés en ambas partes, pero sin llegar a acuerdos concretos todavía.

Esperemos que pronto existan las condiciones para que estos sitios arqueológicos puedan ser debidamente atendidos e investigados para que la población en general pueda visitarlos y podamos conocer más de nuestro pasado. No puedo imaginar lo mucho que podríamos encontrar no solo en esos cuatro lugares principales, sino en general en el resto de los sitios oficialmente registrados.