Indudablemente mucho se está especulando en los últimos días sobre el futuro de la relación México-Estados Unidos a partir del triunfo de Donald Trump en este país, justo este 13 de noviembre en su conferencia mañanera la presidenta Claudia Sheinbaum, señaló que busca demostrarle al próximo mandatario estadounidense, Donald Trump, la aportación que hacen los migrantes y el comercio de México a la economía de Estados Unidos, ante las advertencias de aranceles y deportaciones.
En este sentido el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos marca un cambio significativo en la relación bilateral con México, si consideramos que, en su anterior gestión, Trump impulsó una política de aislamiento, proteccionismo y políticas de inmigración restrictivas que afectaron directamente a México, y su retórica y enfoque de "América primero" generaron tensiones.
La migración ha sido uno de los temas más tensos en la relación entre ambos países ya que durante el anterior mandato de Trump, se implementaron medidas como el programa Remain in México, que obligaba a los migrantes que solicitaban asilo en Estados Unidos a esperar en territorio mexicano, y la construcción de tramos de muro fronterizo. Aunque en su momento Biden revirtió algunas de estas políticas, la influencia de Trump y su base conservadora han mantenido vigente el debate sobre una política migratoria más restrictiva.
Lo que ha llevado a los especialistas en el tema a cuestionarse si con su retorno, podríamos esperar un resurgimiento de políticas migratorias más estrictas, presionando a México para que adopte medidas de contención de migrantes en su propio territorio. Esto podría generar problemas internos en México, al tener que asumir el costo y las problemáticas propias de una población migrante en tránsito, y aumentaría las tensiones en temas de derechos humanos y seguridad.
Por otro lado, Trump renegoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para transformarlo en el T-MEC, con el objetivo de hacer a Estados Unidos menos dependiente de sus socios comerciales. Aunque este tratado garantiza la continuidad del comercio trilateral, Trump y sus seguidores creen en aplicar más medidas proteccionistas que beneficien a las empresas y trabajadores estadounidenses, sin importar los efectos en la competitividad de socios como México.
Trump tiene un enfoque proteccionista y ha señalado en múltiples ocasiones su deseo de reducir la dependencia comercial de EE. UU. respecto a otros países, incluyendo a sus socios del T-MEC. Aunque el tratado impone ciertos límites, Trump podría presionar para imponer nuevas barreras, como aranceles específicos o reglas más estrictas sobre contenido nacional en sectores estratégicos. Esto afectaría a México y Canadá en términos de acceso a su mercado, ya que se verían limitados en algunos sectores clave, como el automotriz y el manufacturero. Ante la gestión de una política más nacionalista, México podría enfrentar dificultades para competir en sectores estratégicos, como el manufacturero y el agrícola, ya que se podrían imponer aranceles o restricciones a productos de origen mexicano, lo que podría empujar a México a diversificar sus mercados y a depender menos de Estados Unidos, aunque hacerlo llevaría tiempo y podría afectar la estabilidad económica.
La relación en temas de seguridad también es compleja. Trump optó por una política de presión para que México intensificara su lucha contra los cárteles de drogas y amenazó incluso con designar a estos como organizaciones terroristas, lo cual aumentaría la intervención directa de EE. UU. en el territorio mexicano.
Si este enfoque vuelve a tomar fuerza, México podría enfrentarse a mayores presiones para endurecer sus políticas de seguridad y asumir mayores compromisos en la lucha contra el narcotráfico. Esto conllevaría desafíos internos, como el fortalecimiento de las fuerzas de seguridad mexicanas y una potencial mayor militarización en algunas regiones del país. Asimismo, generaría tensiones sobre la soberanía y las intervenciones extranjeras.
El regreso de Donald Trump a la presidencia de EE. UU. Representa un desafío para la relación con México en temas de migración, comercio y seguridad. La administración mexicana necesitaría reforzar su diplomacia y buscar estrategias para mantener el equilibrio en la relación, diversificando sus alianzas y fortaleciendo su economía interna para reducir su dependencia de Estados Unidos. Al mismo tiempo, ambos países comparten una larga historia de colaboración, y la administración mexicana podría aprovechar esto para negociar y moderar los efectos de una postura proteccionista. La relación México-Estados Unidos seguirá siendo dinámica, con fluctuaciones que reflejan cambios en la política interna de ambos países.