/ martes 16 de julio de 2024

El Pueblo. Soberanía nacional

Pueblo, es un término ambiguo, frecuentemente mal empleado en el lenguaje de la jerga política. Su uso reiterado monopoliza agendas públicas; en no pocos casos desvirtúa la esencia y mal interpreta el sentido correcto de la palabra. Es común escuchar a diversas expresiones (por no decir todas), en las que personajes del ámbito político se apropian del término. El uso reiterado no significaría dificultad alguna; el problema ocurre al realizar inexactas interpretaciones, por cierto no son menores las ocasiones en que se distorsiona.

El uso inadecuado de cualquier palabra en el lenguaje con el que nos damos a entender corre el riesgo de desviar el sentido de lo que se pretenda transmitir. El costo es mayor cuando personajes de la política recurrente e insistente se comunican con el electorado manipulando o utilizando inadecuadamente conceptos complejos, como el que nos ocupa, pueblo. Este término, como se ha venido señalando, el manejo que se le da, es ambiguo, no solo en lo político sino en otros ámbitos: lo social, cultural y académico; aunque debemos puntualizar que los efectos negativos cuando se mal utiliza una palabra, como en el analizado, sucede normalmente su aplicación inadecuada que terminan por confundir a quienes se dirige un mensaje.

Para muestra de un botón, nos sirve de ilustración recordar algunas frases repetidamente escuchadas, incluso, varias veces también usado indistinta e indiscriminadamente como sinónimo de pueblo, nos referimos al término gente, que se utiliza de igual manera: “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”; “el pueblo pone y el pueblo quita”; mi gente me respalda; mi gente quiere que sea yo; “el pueblo unido jamás será vencido”; “al pueblo con la verdad”, “el pueblo se cansa de tanta transa”, “la gente está enc4bron4d4”, “gente buena”, “mi gente me respalda”, “me debo a mi gente”, en este lenguaje propio de personajes de la política.

No falta en el mundo del espectáculo, la cinematografía o letras que interpretan nuestra idiosincrasia nacionalista, el uso del término comentado para transmitir algún mensaje que nos identifica con algún tema artístico como el folclore, música popular, arte popular propio de nuestro nacionalismo, frases que nos puede o no identificar como pueblo, aun tratándose de frases que parecieran grotescas o descontextualizadas, como por ejemplo: “anda muy triste la gente, sabe que voy a pelear”, “la gente está enc4bron4d4”, “gente buena”, “nosotros sí somos gente”, “a mí me gusta la gente que mira a los ojos”, “mi gente me aclama”.

Pero vayamos a cuestiones más formales; Wikipedia refiere que pueblo es un término ambiguo que puede designar a la población o asimilarse al concepto de país con gobierno independiente. Incluso puede aplicarse para designar a cualquier localidad, particularmente a una población rural o restringirse a los miembros más humildes de la sociedad. Desde sus orígenes, termina señalando la fuente, el significado de pueblo ha sido ambiguo, complejo, equivocado y polémico.

Una connotación propia del imperio romano, pueblo, constituía una expresión política depositada en las asambleas populares o comicios y se representaba por la totalidad de la población. Si bien es cierto, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no define expresamente el concepto de pueblo, sí prevé que la voluntad del pueblo es constituirse en república representativa, democrática, laica y federal y; que soberanía nacional, todo poder público reside y dimana respectivamente en el pueblo.

En nuestro máximo ordenamiento también se señalan algunas connotaciones de pueblo, por ejemplo, en los primeros artículos se refiere a “pueblos indígenas” y “pueblos y comunidades afromexicanas”. En este caso, por supuesto que no se refiere a la totalidad de nuestra población, como lo fue en el imperio romano.

Obligado referirnos a soberanía; tomando sugerencias de Juan Ramon Capella “La soberanía tiende a referirse a dos rasgos del poder; a su supremacía, como queda dicho, pero también, aunque no siempre claramente a su legitimidad”; desde luego se refiere a otra época; sin embargo, el propósito en el ensayo es tener una noción más amplia: “con las revoluciones políticas burguesas empezó a afirmarse, finalmente, que el titular de la soberanía no es directamente el poder regio ni el poder instituido del estado, sino el del <<pueblo>> (el conjunto de las gentes, con ciertas restricciones)...el concepto de soberanía sirve para sentar el principio de que no hay poder político alguno (ningún poder que imponga su voluntad a la colectividad) por encima del conjunto de los ciudadanos”.

Es entonces necesario aceptar que el pueblo es un conjunto de ciudadanos que revela la constitución, “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”. El documento mismo reconoce la calidad de ciudadanos a mujeres y hombres de nacionalidad mexicana, además de cumplir el requisito de haber cumplido 18 años y tener un modo honesto de vivir.

Equivocaría resultaría asumir que pueblo, es la población en su conjunto; pueblo, definitivamente es mucho más pequeño que la población. Por ejemplo, en México la población actual ronda en aproximadamente 126 millones de personas, mientras que el pueblo en términos constitucionales; es decir, los ciudadanos que representamos al padrón electoral de acuerdo a datos señalados por el INE es de 98,729,179.

Los razonamientos legales descritos nos permiten decir que, pueblo, históricamente ha significado solo una parte de la población; en consecuencia, es a quien se le ha considerado titular del poder soberano y dicha potestad se materializa votando sus representantes. Con ello, es de asumir que la función formal de la ciudadanía o pueblo soberano (soberanía nacional) queda limitada a la práctica a elección de representantes políticos (diputados y senadores).

Pueblo, es un término ambiguo, frecuentemente mal empleado en el lenguaje de la jerga política. Su uso reiterado monopoliza agendas públicas; en no pocos casos desvirtúa la esencia y mal interpreta el sentido correcto de la palabra. Es común escuchar a diversas expresiones (por no decir todas), en las que personajes del ámbito político se apropian del término. El uso reiterado no significaría dificultad alguna; el problema ocurre al realizar inexactas interpretaciones, por cierto no son menores las ocasiones en que se distorsiona.

El uso inadecuado de cualquier palabra en el lenguaje con el que nos damos a entender corre el riesgo de desviar el sentido de lo que se pretenda transmitir. El costo es mayor cuando personajes de la política recurrente e insistente se comunican con el electorado manipulando o utilizando inadecuadamente conceptos complejos, como el que nos ocupa, pueblo. Este término, como se ha venido señalando, el manejo que se le da, es ambiguo, no solo en lo político sino en otros ámbitos: lo social, cultural y académico; aunque debemos puntualizar que los efectos negativos cuando se mal utiliza una palabra, como en el analizado, sucede normalmente su aplicación inadecuada que terminan por confundir a quienes se dirige un mensaje.

Para muestra de un botón, nos sirve de ilustración recordar algunas frases repetidamente escuchadas, incluso, varias veces también usado indistinta e indiscriminadamente como sinónimo de pueblo, nos referimos al término gente, que se utiliza de igual manera: “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”; “el pueblo pone y el pueblo quita”; mi gente me respalda; mi gente quiere que sea yo; “el pueblo unido jamás será vencido”; “al pueblo con la verdad”, “el pueblo se cansa de tanta transa”, “la gente está enc4bron4d4”, “gente buena”, “mi gente me respalda”, “me debo a mi gente”, en este lenguaje propio de personajes de la política.

No falta en el mundo del espectáculo, la cinematografía o letras que interpretan nuestra idiosincrasia nacionalista, el uso del término comentado para transmitir algún mensaje que nos identifica con algún tema artístico como el folclore, música popular, arte popular propio de nuestro nacionalismo, frases que nos puede o no identificar como pueblo, aun tratándose de frases que parecieran grotescas o descontextualizadas, como por ejemplo: “anda muy triste la gente, sabe que voy a pelear”, “la gente está enc4bron4d4”, “gente buena”, “nosotros sí somos gente”, “a mí me gusta la gente que mira a los ojos”, “mi gente me aclama”.

Pero vayamos a cuestiones más formales; Wikipedia refiere que pueblo es un término ambiguo que puede designar a la población o asimilarse al concepto de país con gobierno independiente. Incluso puede aplicarse para designar a cualquier localidad, particularmente a una población rural o restringirse a los miembros más humildes de la sociedad. Desde sus orígenes, termina señalando la fuente, el significado de pueblo ha sido ambiguo, complejo, equivocado y polémico.

Una connotación propia del imperio romano, pueblo, constituía una expresión política depositada en las asambleas populares o comicios y se representaba por la totalidad de la población. Si bien es cierto, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no define expresamente el concepto de pueblo, sí prevé que la voluntad del pueblo es constituirse en república representativa, democrática, laica y federal y; que soberanía nacional, todo poder público reside y dimana respectivamente en el pueblo.

En nuestro máximo ordenamiento también se señalan algunas connotaciones de pueblo, por ejemplo, en los primeros artículos se refiere a “pueblos indígenas” y “pueblos y comunidades afromexicanas”. En este caso, por supuesto que no se refiere a la totalidad de nuestra población, como lo fue en el imperio romano.

Obligado referirnos a soberanía; tomando sugerencias de Juan Ramon Capella “La soberanía tiende a referirse a dos rasgos del poder; a su supremacía, como queda dicho, pero también, aunque no siempre claramente a su legitimidad”; desde luego se refiere a otra época; sin embargo, el propósito en el ensayo es tener una noción más amplia: “con las revoluciones políticas burguesas empezó a afirmarse, finalmente, que el titular de la soberanía no es directamente el poder regio ni el poder instituido del estado, sino el del <<pueblo>> (el conjunto de las gentes, con ciertas restricciones)...el concepto de soberanía sirve para sentar el principio de que no hay poder político alguno (ningún poder que imponga su voluntad a la colectividad) por encima del conjunto de los ciudadanos”.

Es entonces necesario aceptar que el pueblo es un conjunto de ciudadanos que revela la constitución, “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”. El documento mismo reconoce la calidad de ciudadanos a mujeres y hombres de nacionalidad mexicana, además de cumplir el requisito de haber cumplido 18 años y tener un modo honesto de vivir.

Equivocaría resultaría asumir que pueblo, es la población en su conjunto; pueblo, definitivamente es mucho más pequeño que la población. Por ejemplo, en México la población actual ronda en aproximadamente 126 millones de personas, mientras que el pueblo en términos constitucionales; es decir, los ciudadanos que representamos al padrón electoral de acuerdo a datos señalados por el INE es de 98,729,179.

Los razonamientos legales descritos nos permiten decir que, pueblo, históricamente ha significado solo una parte de la población; en consecuencia, es a quien se le ha considerado titular del poder soberano y dicha potestad se materializa votando sus representantes. Con ello, es de asumir que la función formal de la ciudadanía o pueblo soberano (soberanía nacional) queda limitada a la práctica a elección de representantes políticos (diputados y senadores).