Por: Vicente Gutiérrez Camposeco
A nueve meses de que concluya el primero gobierno fallido en México, mucho pude discutirse sobre los grandes fracasos de la “gestión” de la “cuarta transformación”. Las huestes “chairas” como les llama el voz populi seguramente alzarán la voz para reivindicar supuestos logros; por cierto, beneficios todos existentes en la Ley desde hace más de dos décadas, como es el caso de los programas sociales, donde, – insisto, la percepción- de que se ha reducido la corrupción, es solo un cuento de la megalomanía que asalto a los propios cuatrotreros dentro de la administración que concluye.
Pero para no abundar, hoy solo me centrare en uno de los temas más apremiantes para los mexicanos, me refiero claro al tema de la salud pública, derecho referido en la Constitución mexicana y en las Leyes que de ella emana. Desafortunadamente y, a pesar de que el Gobierno Federal cada año anunciaba, con bombo y platillo que, nuestro sistema sería igual o mejor que el de Dinamarca…pos nomás no se dio. La pandemia de Covid-19 puso de manifiesto la paupérrima condición de la salud pública provocada por los escasos recursos públicos destinados a la materia. En este tenor, Carlos Urzúa ex colaborador de AMLO publico datos sobre la dramática falta de vacunas, medicamentos en general y contra el cáncer, así como los infrahumanos servicios médicos a la fecha, ofrecidos por el Instituto Mexicano de Seguridad Social.
De acuerdo con el CONEVAL, las carencias de salud afectan a 36 millones de mexicanos, lo que representa un aumento considerable si consideramos que en 2018 fueron 21 millones de connacionales los que sufrían de penuria en términos de acceso de salud. En otras palabras, desde el inicio de la presidencia de AMLO, 15 millones de personas han engrosado las filas de aquellos que no cuentan con derechos de acceso a la salud. Ello trasluce un fracaso incostestable de la política de la presente administración en la materia.
Según la Organización Mundial de la Salud, el exceso de mortalidad en México en los años de 2020 y 2021 fue de alrededor del 55 por ciento; derivado, ciertamente, del covid-19 y de la mala gestión de la pandemia. En aras de la justicia con la verdad, muchos de los errores de los cometidos en relación con la reacción del gobierno federal frente a la pandemia derivaron de la desinformación. Sin embargo, la administración actual sí que ha sido responsable del recorte del presupuesto en el sector y en el hecho de haber actuado mediocremente ante la crisis sanitaria. También, el número de muertes maternas aumentó considerablemente durante los cinco últimos años.
La multicitada “mega farmacia” anunciada por el ejecutivo resulta ser otro delirante fracaso de la administración de cuarta. Es correcto que México requiere tener un almacén “con todas las medinas del mundo”, una especie de banco de medicamentos desde el que se pueda atender cualquier necesidad de forma rápida en cualquier punto de un país extenso (de casi 2 millones de km2) de complicada geografía, muy heterogéneo y donde existen problemas de abastecimiento y distribución de medicinas. Es decir, la recientemente inaugurada solo es una bodega y no responde a las necesidades y urgencias de los mexicanos. Al tiempo.