/ jueves 27 de junio de 2024

Genderwashing y su impacto en el Sector Empresarial

El término genderwashing busca definir aquellas prácticas especialmente de mercadotecnia que realizan algunas empresas al ostentarse como empresas que promueven la igualdad y equidad de género, sin que ello respalde que esas prácticas estén debidamente respaldadas con políticas, lineamientos o bien como parte de la cultura organizacional corporativa de las mismas.

En los últimos años ha comenzado a hablarse de el termino genderwashing para definir a aquellas empresas y/o instituciones que utilizan el feminismo como una bandera para atraer o conservar a sus clientes y talento, de la misma forma que el greenwashing para la sostenibilidad o el pinkwashing para mercantilizar las reivindicaciones del colectivo LGTBI.

Lo anterior sin lugar a duda representa un acto que pone en riesgo la cultura de la organización al hacer apuestas desde el discurso y la notoriedad sin que ello implique el hacer cambios estructurales en las organizaciones o en las empresas más allá de la foto y el discurso, limitándose a la creación de normativas no vinculantes, sin llegar a cambiar nada y el lanzamiento de llamativas campañas publicitarias, todo ello basado en un hilo conductor que utiliza la igualdad de género, feminismo o incluso utilizar a mujeres y su imagen como figura icono o como moneda de cambio.

Fenómeno que pudimos observar en su máxima expresión en torno al 8 de marzo donde estas prácticas se intensifican. Utilizándolo para fortalecerse como marca y como empresa. El 8M es sinónimo de calles teñidas de morado, reivindicaciones y repaso de todo lo que falta por hacer en materia de igualdad. Es también el momento en el que empresas, marcas e instituciones se ponen el lazo morado y despliegan todos sus logros feministas, aunque lo que hay detrás de esa fachada no siempre es compromiso con las mujeres.

El genderwashing también se ha utilizado para visibilizar que la presencia de mujeres es fortalecida dentro de una empresa, con el fin de mostrar de cara a sus clientes y la sociedad en general que hay un gran número de colaboradoras en el equipo, pero sin revelar que la mayoría de estas no ocupan puestos de responsabilidad o posiciones clave.

A efecto de mencionar algunos claros ejemplos de empresas que llevan a cabo estas malas prácticas, podemos pensar en:

•\u0009Aquellas en las que se sobre explota la colocación promocional de la cinta rosa de concientización sobre el cáncer de mama aún cuando venden productos que contienen carcinógenos conocidos.

•\u0009Las empresas que tienen prácticas de empleo, cadenas de suministro o productos que son perjudiciales para las mujeres y las niñas, y que no obstante a ello, llegan a vender más productos debido a que a través de sus campañas de mercadotecnia fortalecen su discurso o su imagen.

Podemos entonces concluir que el genderwashing es "ir a los discursos y no a las prácticas", por lo que resulta imprescindible visibilizar la necesidad de cambiar las cosas desde dentro de las empresa, lo que implicaría contar con un Plan de Igualdad de Género que de propósito tanto a las políticas de selección de personal, como de promoción interna, retención, retribución, conciliación, diversidad, acoso... con lo que efectivamente se estaría trabajando activa y asertivamente en transformar a la institución"

La agenda de igualdad de género ha experimentado una creciente normalización e institucionalización tanto en México como a nivel internacional. No obstante, paradójicamente este proceso es paralelo a otro simultáneo y progresivo de despolitización de la agenda de igualdad. Las causas de esta pérdida de eficacia transformativa son complejas, pero podríamos atribuirla en primer plano, a la asimilación del feminismo por el neoliberalismo y su transformación en objeto de consumo o moneda de cambio en la sociedad de mercado. En segundo plano, a el creciente individualismo y la psicologización de la igualdad, que hace depositar en la persona, y no en la sociedad, la responsabilidad sobre el empoderamiento.

Finalmente, y a mi particular punto de vista la más peligrosa y que es la sobre utilización del discurso desde un enfoque asistencialista y disciplinador de gran parte de las políticas públicas en igualdad de género, que dejan al margen el principal objetivo del feminismo: la transformación social.

@Janette Rodriguezv

El término genderwashing busca definir aquellas prácticas especialmente de mercadotecnia que realizan algunas empresas al ostentarse como empresas que promueven la igualdad y equidad de género, sin que ello respalde que esas prácticas estén debidamente respaldadas con políticas, lineamientos o bien como parte de la cultura organizacional corporativa de las mismas.

En los últimos años ha comenzado a hablarse de el termino genderwashing para definir a aquellas empresas y/o instituciones que utilizan el feminismo como una bandera para atraer o conservar a sus clientes y talento, de la misma forma que el greenwashing para la sostenibilidad o el pinkwashing para mercantilizar las reivindicaciones del colectivo LGTBI.

Lo anterior sin lugar a duda representa un acto que pone en riesgo la cultura de la organización al hacer apuestas desde el discurso y la notoriedad sin que ello implique el hacer cambios estructurales en las organizaciones o en las empresas más allá de la foto y el discurso, limitándose a la creación de normativas no vinculantes, sin llegar a cambiar nada y el lanzamiento de llamativas campañas publicitarias, todo ello basado en un hilo conductor que utiliza la igualdad de género, feminismo o incluso utilizar a mujeres y su imagen como figura icono o como moneda de cambio.

Fenómeno que pudimos observar en su máxima expresión en torno al 8 de marzo donde estas prácticas se intensifican. Utilizándolo para fortalecerse como marca y como empresa. El 8M es sinónimo de calles teñidas de morado, reivindicaciones y repaso de todo lo que falta por hacer en materia de igualdad. Es también el momento en el que empresas, marcas e instituciones se ponen el lazo morado y despliegan todos sus logros feministas, aunque lo que hay detrás de esa fachada no siempre es compromiso con las mujeres.

El genderwashing también se ha utilizado para visibilizar que la presencia de mujeres es fortalecida dentro de una empresa, con el fin de mostrar de cara a sus clientes y la sociedad en general que hay un gran número de colaboradoras en el equipo, pero sin revelar que la mayoría de estas no ocupan puestos de responsabilidad o posiciones clave.

A efecto de mencionar algunos claros ejemplos de empresas que llevan a cabo estas malas prácticas, podemos pensar en:

•\u0009Aquellas en las que se sobre explota la colocación promocional de la cinta rosa de concientización sobre el cáncer de mama aún cuando venden productos que contienen carcinógenos conocidos.

•\u0009Las empresas que tienen prácticas de empleo, cadenas de suministro o productos que son perjudiciales para las mujeres y las niñas, y que no obstante a ello, llegan a vender más productos debido a que a través de sus campañas de mercadotecnia fortalecen su discurso o su imagen.

Podemos entonces concluir que el genderwashing es "ir a los discursos y no a las prácticas", por lo que resulta imprescindible visibilizar la necesidad de cambiar las cosas desde dentro de las empresa, lo que implicaría contar con un Plan de Igualdad de Género que de propósito tanto a las políticas de selección de personal, como de promoción interna, retención, retribución, conciliación, diversidad, acoso... con lo que efectivamente se estaría trabajando activa y asertivamente en transformar a la institución"

La agenda de igualdad de género ha experimentado una creciente normalización e institucionalización tanto en México como a nivel internacional. No obstante, paradójicamente este proceso es paralelo a otro simultáneo y progresivo de despolitización de la agenda de igualdad. Las causas de esta pérdida de eficacia transformativa son complejas, pero podríamos atribuirla en primer plano, a la asimilación del feminismo por el neoliberalismo y su transformación en objeto de consumo o moneda de cambio en la sociedad de mercado. En segundo plano, a el creciente individualismo y la psicologización de la igualdad, que hace depositar en la persona, y no en la sociedad, la responsabilidad sobre el empoderamiento.

Finalmente, y a mi particular punto de vista la más peligrosa y que es la sobre utilización del discurso desde un enfoque asistencialista y disciplinador de gran parte de las políticas públicas en igualdad de género, que dejan al margen el principal objetivo del feminismo: la transformación social.

@Janette Rodriguezv