/ martes 28 de mayo de 2024

Historias. Una  perspectiva para construir  una nueva cultura del  encuentro

Historias que contar. Por supuesto que la historia que somos, la representa un sin número de acontecimientos visto desde una perspectiva personal (por tanto, con cierto sesgo subjetivo); en muchos casos, el socializarla nos genera bienestar.

Desde el momento en que decidimos compartir nuestras vivencias registradas en el baúl de los recuerdos, puede significar un considerable costo de alto beneficio en nuestra salud.

La historia que nos propusiéramos compartir involucra formas de comprensión, aceptación, humanización o reflexión; así también, personifica lo que realmente hemos sido, lo que somos y, lo que nos proyectamos ser.

En un ejercicio reflexivo la narración autobiográfica, esla suma de resultados que impactan sustancialmente en beneficio de la colectividad, incluso, estas acciones se pueden convertir en modelos de firmeza, honestidad, sabiduría, justicia, sagacidad, ética, fraternidad, solidaridad en los involucrados.

Saul Monreal Avila en su autobiografía recién compartida (la semana recién concluida) señala que: “A veces las historias son atajos fantasiosos para escapar y olvidar la realidad, en otras, es para esconderla… Las historias son las que han creado relaciones entre los seres humanos desde hace más de treinta mil años. Son nuestro puente de encuentro donde nace nuestro mundo común, nuestra cultura, historia e identidad”.

Indudablemente existe un consenso generalizado en quienes ejercen la profesión (historiadores), en la que recomiendan el uso de métodos o herramientas de investigación para la obtención de una narración legítimamente aceptada por sus lectores.

En la investigación biográficas, es probable obtener resultados con formas estructuradas bien reconstruida, depende fundamentalmente del y testimoniales cercanas a él u otras pruebas que acrediten los relatos. por citar algunos: el nacimiento, logros, fracasos, gustos experiencias, reconocimientos y demás acontecimientos que haya vivido o que haya asistido.

Dispuesto a descifrar un selecto anecdotario de eventualidades reveladoras, contar nuestra historia es un acto de humildad, sinceridad e identidad cultural.

En este intento de crear género literario (literatura e historia) particular, se describen episodios que probablemente han definido la estructura que le ha dado carácter al propio protagonista (Saul Monreal Avila), quien resuelto se dispuso a proyectar y compartir el bagaje de experiencias adquiridas en diferentes etapas de su vida.

Quizá, inconsciente o deliberadamente el autobiógrafo de la obra analizada estudiada propone, sin que así lo especifique; una nueva cultura de “fraternidad y amistad social y política”, una nueva forma abordada por el Papa Francisco en la carta encíclica Fratelli tutti.

En nuestro tiempo, hablar de política es hablar de algo malo; como si con esa palabra se asociaran acciones de: corrupción, ineficiencia en el ejercicio del poder público, inseguridad, pobreza, desempleo, desigualdad social, entre otros.

Sin embargo, la pregunta eterna sería ¿puede funcionar una sociedad sin política?, ¿podremos transitar eficazmente hacia la fraternidad y la paz social sin una política adecuada? Nuestra respuesta contundente es “NO”.

Razón de sobra tiene el Papa Francisco, al sostener necesaria una política pensada con visión amplia, que se base en diálogos interdisciplinarios capaz de reformar instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas.

La autobiografía de Saul describe una narrativa con invitación implícita u oculta a que sus lectores a partir del baúl de recuerdos compartidos en “una historia que nos conecta”, construyamos la propia con el propósito de unificar intereses colectivos en la búsqueda de un bienestar comunitario, donde fluya la participación social, donde se incluyan todos los sectores sociales y estructuras de gobiernos.

La nueva cultura deberá prever la inclusión de los excluidos, los olvidados (grupos vulnerables).

Debemos pensar en una nueva cultura con narrativa común e identidad construida a partir de experiencias personales que nos confirmas ser iguales; así también, luchar por “cultural del encuentro” debe ser un compromiso; como lo señala SMA buscar puentes de contacto para proyectar juntos algo que incluya a todos y que transformemos un estilo de vida a partir de nuestros propios recursos profesionales y mediáticos.

Reconocer al otro el derecho de ser él mismo y de ser diferente puede convertir el interés colectivo en un pacto social.

Detrás de un rechazo se expresan diferentes formas de violencia a lo diferente (así lo hemos advertido en las adversidades políticas o ideológicas) baste ver nuestro contexto en la recta final del proceso electoral.

Saul en sus memorias; insiste en lo trascendente que le han resultado los encuentros directos con la gente de barrio y otros lugares en los que el dialogo son temas de interés común.

En sugerencia del Papa Francisco: “un verdadero espíritu de dialogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda sumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos”.

Efectivamente el proceso de hacer historia personal como lo señala el autobiógrafo de la obra analizada, puede ser un atajo fantasioso, olvidar o esconder una realidad; lo que resulta innegable es que, a partir de ese ejercicio (socialización), es la base para construir encuentros comunitarios de entendimiento, para el bienestar y paz social.

“A veces la velocidad del mundo moderno, lo frenético, nos impide escuchar bien lo que dice otra persona…No hay que perder la capacidad de escuchar…Un encuentro social real pone en verdadero dialogo las grandes formas culturales que representan a la mayoría de la población” Papa Francisco.

¡Escribamos y compartamos nuestra historia siempre será un buen momento para hacerlo!