/ viernes 9 de agosto de 2024

Hojas de papel | Va que va, juventud

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, escrituró el 2 de diciembre de 1972, en la Universidad de Guadalajara, el entonces presidente de Chile, Salvador Allende.

Ese día fue muy aplaudido por los jóvenes ahí presentes y muchos que no estuvieron pero que a lo lejos pararon la oreja al escuchar la noticia de aquel mandamiento. Son muchos los aludidos porque según la ONU se es joven cuando se tienen de 15 a 29 años de edad.

Así que ahí estaban aquellos jóvenes que por entonces eran alumnos de la Universidad y tendrían algo así como de 18 a 24 años y que hoy, ya maduros y maduras, con “la nieve del tiempo sembrada en su sien”, recordarán emocionados aquel día. Pero por entonces eran jovenazos y jovenazas aunque hoy ya pertenezcan al grupo ‘Cracks’, que son porque ya los huesos les hacen “crack-crack” cuando caminan.

Pero cuando se es joven se es fuerte, vigoroso, emotivo, emocionado, soñador y cumplidor. Se es joven porque se mira el presente como algo propio, como algo único, que pasa como sin sentirlo, simplemente porque se vive y ya. Carpe Diem. Y se es joven, también, porque es la etapa en la que se está construyendo el futuro, su futuro y el futuro de la humanidad.

Ah, porque eso sí: los jóvenes tienen esa responsabilidad, la de llevar al mundo, a su país, a su entidad, a su municipio, a su campo, a sus mares, a sus mesetas, a sus sierras y montañas hacia el todo cumplido para todos.

Cada generación tiene la responsabilidad de su vida y de la vida de todos. A veces se consigue por la vía de la inteligencia y de la creación. Pero sobre todo se debe al empuje y la osadía. La fuerza y el impulso. La imaginación (“la loca de la casa”). Todo junto hace que se consigan los cambios. Y todos esos atributos están en la juventud, están en los jóvenes, ellas y ellos.

Alejandro Magno tenía 33 años cuando murió en junio del año 323 a.C., en Babilonia. Para entonces ya había sido rey del antiguo reino griego de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto y Gran rey de Persia… Y vivió intensamente su juventud, construyó ciudades con su nombre, casóse tres veces y tuvo a su hijo Alejandro IV de Macedonia.

En 1905, Albert Einstein, entonces un físico desconocido que apenas tenía 26 años de edad y que trabajaba en la Oficina de Patentes de Berna, Suiza, publicó su teoría de la relatividad especial. Fue el principio de lo que sería la nueva percepción del universo.

Ya para 1915, más desarrollada su teoría, presentó la “Teoría de la relatividad general”, en la que reformuló por completo el concepto de la gravedad. Dedujo la ecuación de la física más conocida: la equivalencia masa-energía, E=mc². (¡Ah! ¿Verdad?). Pues eso, tenía 26 años cuando comenzó el jaleo de la relatividad.

Mary Shelley escribió su obra “Frankenstein o el moderno Prometeo” que es parte de la literatura universal y que fue escrita cuando Mary tenía apenas 21 años. Ray Bradbury que es el gigante de la ciencia ficción, comenzó a escribir y publicar sus primeros cuentos a los 18 años. Años después publicaría su obra más reconocida: “Crónicas marcianas.”

Thomas Mann nació el 6 de junio de 1875 y para 1901 publicaba su primera novela. “Los Buddenbrook”. Tenía 26 años. Para 1929 ya se habían vendido más de 185 mil ejemplares sólo en alemán. El Premio Nobel le fue concedido, en palabras del jurado, “principalmente por su gran novela Los Buddenbrook”.

Y estos son sólo algunos ejemplos de la fuerza creativa de la juventud, que se expresó en este caso en las artes, pero que se expresa de forma cotidiana en la vida de muchos que tienen la edad de la fortaleza y del sueño por un futuro mejor, de todo estrato social y en cualquier lugar, porque la juventud es universal y a fin de cuentas no tiene fronteras, se es joven en el mundo entero, y ya.

Y son millones de ellos. De jóvenes impulsivos y corajudos, rezongones, emotivos y felices, alegres y cargados de energía positiva y alegría por vivir. Todo esto depende de las circunstancias de cada uno, porque hoy mismo, en el mundo hay muchos, miles, de jóvenes expuestos a guerras, expuestos a violencia, expuestos a la transformación de su juventud en odio y resentimiento. Si, los hay.

Muchos de ellos, marginados, deciden acudir al llamado de la violencia y del crimen. Es el caso de México. Parecen sin opción, porque la vida no les ha dado ni la formación educativa para su propia creación, la economía los ha desahuciado de su propio desarrollo y seguridad individual y familiar.

Por desgracia, una de las razones de la incorporación de miles de jóvenes al crimen organizado es la pobreza, la falta de alicientes para construir su vida en el honor y la reciedumbre, en el trabajo y en la felicidad familiar. Son los marginados en su propia tierra. Por supuesto también hay los maloras de nacimiento. Y hay jóvenes arrogantes, sobrados, exultantes, fastidiosos y sin chiste, gracias a sus privilegios, sus relaciones o la riqueza familiar: juventud de paja, pues.

Luego: Hoy en México a los jóvenes se les ayuda con recursos públicos para que tengan forma de estudiar o trabajar--. Será el tiempo el que dé a conocer el resultado de esta propuesta, y serán ellos los beneficiarios o las víctimas en su propio futuro y el de su familia, cuando la tengan.

En México viven 31.2 millones de adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años, de los cuales 10.8 millones son adolescentes de 15 a 19 años. Todos ellos están ahí y al mismo tiempo que tienen la ilusión de vida y el sueño de ese futuro que rechine de felicidad.

No obstante también es cierto que a diciembre de 2023 en México el 20.9 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 29 años no estudian ni trabajan, según informe de la OCDE.

Pero sobre todo hay la otra juventud, la creativa, la de la ilusión por el día a día, la de la fuerza y fortaleza y la del sueño por un mejor futuro que se encuentra en el trabajo, en la educación, en la formación de sus entendederas.

Ah, porque eso de construirse a sí mismo, como ocurre con toda frecuencia en México, es cosa seria, es cosa de meterle duro al trabajo, pero sobre todo al estudio como única salida hacia una nueva ruta vital. De cada uno depende lo que sigue.

Hay jóvenes en el campo que trabajan de sol a sol. Están ahí y es su vida, acaso feliz, pero siempre productiva y creativa; los hay en las fábricas, en los talleres, en las empresas, en el trabajo rudo de las minas, de los servicios o también en la economía informal…

Los hay a raudales que estudian en preparatorias y universidades en las que aprenden por qué la O es redonda y en donde dialogan de sus libros preferidos, de sus materias preferidas, de su futuro preferido.

Y también les gusta la fiesta, el relajo, el ‘rag time’. Les gusta la música. El baile. Les gustan los grandes grupos musicales de moda, les gusta tal o cual intérprete, o acaso la música culta, les gusta la 9ª, de Beethoven o las películas de Fassbinder, les gusta “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño. Les gusta experimentar. Les gusta decidir sus preferencias y vocaciones íntimas. Exigen respeto a su vida. Exigen respeto a su futuro…

Pero también tienen retos a vencer: Viven en un mundo nuevo, digital, cibernético, de telefonía celular. Viven en nuevos mundos vertiginosos a sus manos, al mismo tiempo en convivencia pero también aislados. El reto es recuperar la libertad para vivir en sus propias carnes lo que es el día a día de cara a la vida y de frente y junto a los otros y otras.

Tienen el reto del empleo-desempleo; tienen el reto de la competencia furiosa, tienen el reto de la salud, el reto del ingreso y de los servicios necesarios para hacer una vida feliz, el reto de su propia educación de calidad para competir con calidad; el reto de la amistad; el de la autoestima, el de la presión social, el del no consumo de substancias… el de la depresión…

Y tienen al universo entero en sus manos. Y tienen eso, la juventud. Una juventud que los enaltece y los hace vigorosos para las grandes hazañas, para las grandes tareas, para construir ese mundo que nosotros no supimos construir pero que ellos sí lo sabrán enaltecer… Y el amor… el amor… Todo el amor que se contiene en su cuerpo, en su mente, en sus “miradas que matan, dolientes pupilas…”

Agosto 12: Día Internacional de la Juventud: “Mi destino es el que yo decido. El que yo elijo para mí: ¿A quién le importa lo que yo haga?... ¿A quién le importa lo que yo diga?”

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, escrituró el 2 de diciembre de 1972, en la Universidad de Guadalajara, el entonces presidente de Chile, Salvador Allende.

Ese día fue muy aplaudido por los jóvenes ahí presentes y muchos que no estuvieron pero que a lo lejos pararon la oreja al escuchar la noticia de aquel mandamiento. Son muchos los aludidos porque según la ONU se es joven cuando se tienen de 15 a 29 años de edad.

Así que ahí estaban aquellos jóvenes que por entonces eran alumnos de la Universidad y tendrían algo así como de 18 a 24 años y que hoy, ya maduros y maduras, con “la nieve del tiempo sembrada en su sien”, recordarán emocionados aquel día. Pero por entonces eran jovenazos y jovenazas aunque hoy ya pertenezcan al grupo ‘Cracks’, que son porque ya los huesos les hacen “crack-crack” cuando caminan.

Pero cuando se es joven se es fuerte, vigoroso, emotivo, emocionado, soñador y cumplidor. Se es joven porque se mira el presente como algo propio, como algo único, que pasa como sin sentirlo, simplemente porque se vive y ya. Carpe Diem. Y se es joven, también, porque es la etapa en la que se está construyendo el futuro, su futuro y el futuro de la humanidad.

Ah, porque eso sí: los jóvenes tienen esa responsabilidad, la de llevar al mundo, a su país, a su entidad, a su municipio, a su campo, a sus mares, a sus mesetas, a sus sierras y montañas hacia el todo cumplido para todos.

Cada generación tiene la responsabilidad de su vida y de la vida de todos. A veces se consigue por la vía de la inteligencia y de la creación. Pero sobre todo se debe al empuje y la osadía. La fuerza y el impulso. La imaginación (“la loca de la casa”). Todo junto hace que se consigan los cambios. Y todos esos atributos están en la juventud, están en los jóvenes, ellas y ellos.

Alejandro Magno tenía 33 años cuando murió en junio del año 323 a.C., en Babilonia. Para entonces ya había sido rey del antiguo reino griego de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto y Gran rey de Persia… Y vivió intensamente su juventud, construyó ciudades con su nombre, casóse tres veces y tuvo a su hijo Alejandro IV de Macedonia.

En 1905, Albert Einstein, entonces un físico desconocido que apenas tenía 26 años de edad y que trabajaba en la Oficina de Patentes de Berna, Suiza, publicó su teoría de la relatividad especial. Fue el principio de lo que sería la nueva percepción del universo.

Ya para 1915, más desarrollada su teoría, presentó la “Teoría de la relatividad general”, en la que reformuló por completo el concepto de la gravedad. Dedujo la ecuación de la física más conocida: la equivalencia masa-energía, E=mc². (¡Ah! ¿Verdad?). Pues eso, tenía 26 años cuando comenzó el jaleo de la relatividad.

Mary Shelley escribió su obra “Frankenstein o el moderno Prometeo” que es parte de la literatura universal y que fue escrita cuando Mary tenía apenas 21 años. Ray Bradbury que es el gigante de la ciencia ficción, comenzó a escribir y publicar sus primeros cuentos a los 18 años. Años después publicaría su obra más reconocida: “Crónicas marcianas.”

Thomas Mann nació el 6 de junio de 1875 y para 1901 publicaba su primera novela. “Los Buddenbrook”. Tenía 26 años. Para 1929 ya se habían vendido más de 185 mil ejemplares sólo en alemán. El Premio Nobel le fue concedido, en palabras del jurado, “principalmente por su gran novela Los Buddenbrook”.

Y estos son sólo algunos ejemplos de la fuerza creativa de la juventud, que se expresó en este caso en las artes, pero que se expresa de forma cotidiana en la vida de muchos que tienen la edad de la fortaleza y del sueño por un futuro mejor, de todo estrato social y en cualquier lugar, porque la juventud es universal y a fin de cuentas no tiene fronteras, se es joven en el mundo entero, y ya.

Y son millones de ellos. De jóvenes impulsivos y corajudos, rezongones, emotivos y felices, alegres y cargados de energía positiva y alegría por vivir. Todo esto depende de las circunstancias de cada uno, porque hoy mismo, en el mundo hay muchos, miles, de jóvenes expuestos a guerras, expuestos a violencia, expuestos a la transformación de su juventud en odio y resentimiento. Si, los hay.

Muchos de ellos, marginados, deciden acudir al llamado de la violencia y del crimen. Es el caso de México. Parecen sin opción, porque la vida no les ha dado ni la formación educativa para su propia creación, la economía los ha desahuciado de su propio desarrollo y seguridad individual y familiar.

Por desgracia, una de las razones de la incorporación de miles de jóvenes al crimen organizado es la pobreza, la falta de alicientes para construir su vida en el honor y la reciedumbre, en el trabajo y en la felicidad familiar. Son los marginados en su propia tierra. Por supuesto también hay los maloras de nacimiento. Y hay jóvenes arrogantes, sobrados, exultantes, fastidiosos y sin chiste, gracias a sus privilegios, sus relaciones o la riqueza familiar: juventud de paja, pues.

Luego: Hoy en México a los jóvenes se les ayuda con recursos públicos para que tengan forma de estudiar o trabajar--. Será el tiempo el que dé a conocer el resultado de esta propuesta, y serán ellos los beneficiarios o las víctimas en su propio futuro y el de su familia, cuando la tengan.

En México viven 31.2 millones de adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años, de los cuales 10.8 millones son adolescentes de 15 a 19 años. Todos ellos están ahí y al mismo tiempo que tienen la ilusión de vida y el sueño de ese futuro que rechine de felicidad.

No obstante también es cierto que a diciembre de 2023 en México el 20.9 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 29 años no estudian ni trabajan, según informe de la OCDE.

Pero sobre todo hay la otra juventud, la creativa, la de la ilusión por el día a día, la de la fuerza y fortaleza y la del sueño por un mejor futuro que se encuentra en el trabajo, en la educación, en la formación de sus entendederas.

Ah, porque eso de construirse a sí mismo, como ocurre con toda frecuencia en México, es cosa seria, es cosa de meterle duro al trabajo, pero sobre todo al estudio como única salida hacia una nueva ruta vital. De cada uno depende lo que sigue.

Hay jóvenes en el campo que trabajan de sol a sol. Están ahí y es su vida, acaso feliz, pero siempre productiva y creativa; los hay en las fábricas, en los talleres, en las empresas, en el trabajo rudo de las minas, de los servicios o también en la economía informal…

Los hay a raudales que estudian en preparatorias y universidades en las que aprenden por qué la O es redonda y en donde dialogan de sus libros preferidos, de sus materias preferidas, de su futuro preferido.

Y también les gusta la fiesta, el relajo, el ‘rag time’. Les gusta la música. El baile. Les gustan los grandes grupos musicales de moda, les gusta tal o cual intérprete, o acaso la música culta, les gusta la 9ª, de Beethoven o las películas de Fassbinder, les gusta “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño. Les gusta experimentar. Les gusta decidir sus preferencias y vocaciones íntimas. Exigen respeto a su vida. Exigen respeto a su futuro…

Pero también tienen retos a vencer: Viven en un mundo nuevo, digital, cibernético, de telefonía celular. Viven en nuevos mundos vertiginosos a sus manos, al mismo tiempo en convivencia pero también aislados. El reto es recuperar la libertad para vivir en sus propias carnes lo que es el día a día de cara a la vida y de frente y junto a los otros y otras.

Tienen el reto del empleo-desempleo; tienen el reto de la competencia furiosa, tienen el reto de la salud, el reto del ingreso y de los servicios necesarios para hacer una vida feliz, el reto de su propia educación de calidad para competir con calidad; el reto de la amistad; el de la autoestima, el de la presión social, el del no consumo de substancias… el de la depresión…

Y tienen al universo entero en sus manos. Y tienen eso, la juventud. Una juventud que los enaltece y los hace vigorosos para las grandes hazañas, para las grandes tareas, para construir ese mundo que nosotros no supimos construir pero que ellos sí lo sabrán enaltecer… Y el amor… el amor… Todo el amor que se contiene en su cuerpo, en su mente, en sus “miradas que matan, dolientes pupilas…”

Agosto 12: Día Internacional de la Juventud: “Mi destino es el que yo decido. El que yo elijo para mí: ¿A quién le importa lo que yo haga?... ¿A quién le importa lo que yo diga?”

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