/ martes 30 de julio de 2024

Insolidaridad

Amenaza de solidaridad. A no pocos causará extrañeza que la palabra solidaridad esté en desuso o padeciendo una crisis conceptual en su comprensión y aplicación real, como explicamos en otro análisis, atribuido al uso inadecuado del lenguaje con el que nos comunicamos.

Solidaridad es una de las palabras constantemente usadas en casi todo espacio grupal donde socializamos las personas, sea familiar, amistad, identidad grupal o con quien sentimos sentido de pertenencia o no.

¿En cuántas ocasiones las personas han escuchado "mi solidaridad con" o "por" determinada persona? Usualmente, la expresión sucede ante alguna desgracia o un acontecimiento no deseado; también es común que, ante el inminente riesgo de peligro o estado de auxilio vulnerable, no se auxilie, sino se pase de largo o se actúe con indiferencia.

En realidad, la actitud de indiferencia social se describe como el individualismo que mira hacia otro lado, evitando implicarse en asuntos sociales en los que su participación signifique auxilio ante un estado de emergencia de una persona.

Las sociedades actuales se definen por su indiferencia social ante el anonimato extremo cuando en el transitar no se encuentra con familiares o amigos. Ese egoísmo ha rebasado incluso la (in)solidaridad en familiares y amigos.

Nuestra narrativa se camufla con el momento, por no decir se contradice con lo experimentado (realidad). Incluso, es habitual escuchar en el juego de la simulación palabras (sinónimos): unidad, compañero, camarada, compatriota, estimado, amigo, familia, hermano, queridísimo, dependiendo del momento, lugar, tiempo y circunstancia en que se exprese la supuesta solidaridad.

Tampoco debe sorprender utilizar con una misma intención conceptual, aunque con menor frecuencia, el término fraternidad. Este se refiere a las condiciones de respeto de las libertades señaladas en la constitución política.

Fraternidad, al igual que libertad e igualdad, fueron los lemas o banderas en la revolución francesa. Solidaridad, en términos planteados por la religión católica-cristiana (carta encíclica del papa Francisco), es aquella virtud que exige un compromiso con todos aquellos que tienen responsabilidades educativas y formativas; pero que también se debe expresar en el servicio que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio se traduce en el cuidado de la fragilidad, cuidar de los demás (la familia, la sociedad, el pueblo… de todos).

Ante el indudable contexto social de inseguridad que desde hace algunas décadas se ha manifestado en diversos puntos del territorio nacional, atemoriza y mantiene con miedo de salir a la gente. A nadie debe caber duda de los daños incuantificables en lo económico, social y cultural ocasionados por el crimen y delincuencia organizada. La inseguridad ha impactado considerablemente para desconfiar y vivir con temor, surgiendo la falta de solidaridad.

Dada la incapacidad del poder público para detener los fenómenos sociales de inseguridad que aquejan a la población, resulta impostergable y necesario promover un pacto en el que participe decididamente la sociedad civil, con el propósito fundamental de contener o disminuir la delincuencia. En la ausencia de una sociedad organizada, la delincuencia (sí) organizada, tiene aterrorizada a un alto porcentaje de la población; algo que no sucedía en el pasado mediato (antes de los dos mil); entonces, se transitaba sin riesgo de ser atracado en las vías de comunicación en lo ancho y largo del país.

Quienes experimentan la mala fortuna de ser interceptados por la delincuencia, no dudaría que estos actúan al amparo o ante la indiferencia o cuestionable coordinación de los cuerpos policiacos que resguardan la seguridad. En el mal pensar, tampoco se puede minimizar una posible filtración del crimen para obtener información en su modus operandi.

Se vive en una insolidaridad que podemos advertir con cientos y miles de atracos carreteros cometidos a cualquier hora del día actuando con total impunidad. Registros sobran en lo que son considerados eventos normalizados, en los que reina la indiferencia de personas presenciales. Debe preocupar la antipatía, la (in)solidaridad de la ciudadanía de participar en servicios de acudir en auxilio de emergencia o peligro en que se encuentre una persona sometida en un atraco infraganti por delincuentes.

André Comte-Sponville se refiere a la valentía como la virtud de los héroes, se considera como tal solo cuando se pone al servicio del otro o de una causa general y generosa; supone una forma de desinterés, altruismo o generosidad. Es entonces que, solidaridad es también altruismo y generosidad. Es decir, solidaridad se traduce en aquel que expresa valentía, donde los justos lucharan contra la injusticia.

Urge una población sino organizada, sí solidaria (valiente) ante contingencias de peligro que vulneran la integridad y seguridad de personas de bien.

“A veces es necesario tener valor para pensar y también para sufrir y luchar; porque nadie puede pensar por nosotros, ni sufrir por nosotros, ni luchar por nosotros…” - Sponville.

La valentía es la capacidad de superar el miedo, por esto debe ser más apreciada la solidaridad con actos de valentía, decir no a la cobardía o el amedrentamiento.

Amenaza de solidaridad. A no pocos causará extrañeza que la palabra solidaridad esté en desuso o padeciendo una crisis conceptual en su comprensión y aplicación real, como explicamos en otro análisis, atribuido al uso inadecuado del lenguaje con el que nos comunicamos.

Solidaridad es una de las palabras constantemente usadas en casi todo espacio grupal donde socializamos las personas, sea familiar, amistad, identidad grupal o con quien sentimos sentido de pertenencia o no.

¿En cuántas ocasiones las personas han escuchado "mi solidaridad con" o "por" determinada persona? Usualmente, la expresión sucede ante alguna desgracia o un acontecimiento no deseado; también es común que, ante el inminente riesgo de peligro o estado de auxilio vulnerable, no se auxilie, sino se pase de largo o se actúe con indiferencia.

En realidad, la actitud de indiferencia social se describe como el individualismo que mira hacia otro lado, evitando implicarse en asuntos sociales en los que su participación signifique auxilio ante un estado de emergencia de una persona.

Las sociedades actuales se definen por su indiferencia social ante el anonimato extremo cuando en el transitar no se encuentra con familiares o amigos. Ese egoísmo ha rebasado incluso la (in)solidaridad en familiares y amigos.

Nuestra narrativa se camufla con el momento, por no decir se contradice con lo experimentado (realidad). Incluso, es habitual escuchar en el juego de la simulación palabras (sinónimos): unidad, compañero, camarada, compatriota, estimado, amigo, familia, hermano, queridísimo, dependiendo del momento, lugar, tiempo y circunstancia en que se exprese la supuesta solidaridad.

Tampoco debe sorprender utilizar con una misma intención conceptual, aunque con menor frecuencia, el término fraternidad. Este se refiere a las condiciones de respeto de las libertades señaladas en la constitución política.

Fraternidad, al igual que libertad e igualdad, fueron los lemas o banderas en la revolución francesa. Solidaridad, en términos planteados por la religión católica-cristiana (carta encíclica del papa Francisco), es aquella virtud que exige un compromiso con todos aquellos que tienen responsabilidades educativas y formativas; pero que también se debe expresar en el servicio que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio se traduce en el cuidado de la fragilidad, cuidar de los demás (la familia, la sociedad, el pueblo… de todos).

Ante el indudable contexto social de inseguridad que desde hace algunas décadas se ha manifestado en diversos puntos del territorio nacional, atemoriza y mantiene con miedo de salir a la gente. A nadie debe caber duda de los daños incuantificables en lo económico, social y cultural ocasionados por el crimen y delincuencia organizada. La inseguridad ha impactado considerablemente para desconfiar y vivir con temor, surgiendo la falta de solidaridad.

Dada la incapacidad del poder público para detener los fenómenos sociales de inseguridad que aquejan a la población, resulta impostergable y necesario promover un pacto en el que participe decididamente la sociedad civil, con el propósito fundamental de contener o disminuir la delincuencia. En la ausencia de una sociedad organizada, la delincuencia (sí) organizada, tiene aterrorizada a un alto porcentaje de la población; algo que no sucedía en el pasado mediato (antes de los dos mil); entonces, se transitaba sin riesgo de ser atracado en las vías de comunicación en lo ancho y largo del país.

Quienes experimentan la mala fortuna de ser interceptados por la delincuencia, no dudaría que estos actúan al amparo o ante la indiferencia o cuestionable coordinación de los cuerpos policiacos que resguardan la seguridad. En el mal pensar, tampoco se puede minimizar una posible filtración del crimen para obtener información en su modus operandi.

Se vive en una insolidaridad que podemos advertir con cientos y miles de atracos carreteros cometidos a cualquier hora del día actuando con total impunidad. Registros sobran en lo que son considerados eventos normalizados, en los que reina la indiferencia de personas presenciales. Debe preocupar la antipatía, la (in)solidaridad de la ciudadanía de participar en servicios de acudir en auxilio de emergencia o peligro en que se encuentre una persona sometida en un atraco infraganti por delincuentes.

André Comte-Sponville se refiere a la valentía como la virtud de los héroes, se considera como tal solo cuando se pone al servicio del otro o de una causa general y generosa; supone una forma de desinterés, altruismo o generosidad. Es entonces que, solidaridad es también altruismo y generosidad. Es decir, solidaridad se traduce en aquel que expresa valentía, donde los justos lucharan contra la injusticia.

Urge una población sino organizada, sí solidaria (valiente) ante contingencias de peligro que vulneran la integridad y seguridad de personas de bien.

“A veces es necesario tener valor para pensar y también para sufrir y luchar; porque nadie puede pensar por nosotros, ni sufrir por nosotros, ni luchar por nosotros…” - Sponville.

La valentía es la capacidad de superar el miedo, por esto debe ser más apreciada la solidaridad con actos de valentía, decir no a la cobardía o el amedrentamiento.