/ martes 26 de noviembre de 2024

Polarización o politización

Son dos términos que recurrentemente se han utilizado en el lenguaje político y cada vez con mayor ahínco en cualquier espacio de socialización, sea de amistad, laboral, social, educativo; las personas solemos reproducir los términos a nuestro buen entender; sin embargo, solemos utilizarlos indistintamente, sin tener plena claridad de lo que significan polarización y politización, por supuesto no son sinónimos a grado que hemos llegado a normalizar dicha confusión.

No somos pocos que atestiguamos que en espacios donde concurren personas, pensamientos o ideas como en medios de comunicarnos, sean electrónicos, presenciales o virtuales existe un mínimo de confusión; evidentemente, se puede advertir mayor profundidad de la desorientación entre grupos con diferente preferencia partidista o ideológica.

Siguiendo ideas mínimas de los términos referidos, en consulta de la enciclopedia libre Wikipedia la palabra polarización tiene varias connotaciones en áreas del conocimiento; por ejemplo, en el campo de la electrónica y de la magnética, se pueden explicar también ideas o más bien significados de polarización en biología, geología química, astronomía, tecnología o arte. Sin embargo, a la polarización que nos referimos es a la política que, se refiere a los contrastes y divisiones de posiciones de ideas sin argumentación e irracionales o poco convincentes.

En el otro orden, politización la RAE lo define como la acción y efecto de politizar; entendido como “dar orientación o contenido político a acciones pensamientos políticas, inculcar a alguien una formación o concientización política”. La politización no necesariamente se refiere al adoctrinamiento.

Los espacios de mayor concurrencia de la comunicación actual que no podríamos negar, es la virtual; se presenta a través de las redes sociales, donde se han venido construyendo impresionantes avenidas de la comunicación donde circula cantidad de información: por una parte, la verídica, objetiva, ilustrativa e imparcial con la cual se puede construir comunidad; por la otra, también transitan innumerables redes de desinformaciones (infodemia) comúnmente reconocidas como fake news (que por des fortuna han llegado a tener mayor influencia en las experiencias de nuestras realidades).

La dicotomía de ambos conceptos por algún momento logra fusionarse a grado de generar profundas confusiones entre las personas que interactúan en el día a día; que más allá de unir, de hacer comunidad, separa. Lo refiere claramente la reflexión pastoral sobre la interacción en las redes sociales de las actas y documentos pontificios [la “brecha de las redes sociales” se ensancha cada vez más. Las plataformas que prometieron crear comunidad y conectar mas a todas las personas han acentuado, en cambio, distintas formas de división].

Los seguidores de una u otras expresiones políticas ocasionalmente, aunque cada vez mas frecuente defienden posiciones irracionales que mas bien rayan en el fanatismo; en no pocos casos, estos vicios colectivos, consiguen enemistar negando una gran oportunidad de hacer política; razonar, para evitar el salvajismo. En casos extremos, pero no ausentes las agresiones físicas y/o verbales se atenta contra la dignidad de las personas, son cada vez más (por des fortuna) habituales, en cuanta corrientes o expresión política o ideológica existe.

A veces, las comunidades en línea se forman cuando las personas encuentran un terreno común reuniendo argumentos contra un “otro” externo, un enemigo ideológico común, esta clase de polarización produce un “tribalismo digital” en el que los grupos se enfrentan unos a otros con espíritu de contraposición.

En esas formas de interactuar, cada vez mas alejadas de un humanismo donde no tolera el pluralismo en el que se niega el estatus de ciudadanos libres e iguales van contra el pacto social de civilidad; Jan-Werner Muller, defiende que [aceptar el pluralismo no es un reconocimiento del hecho empírico de que vivimos en sociedades diversas; mas bien constituye un compromiso por tratar de encontrar términos justos para compartir el mismo espacio político con otros a quienes respetamos como libre e iguales, pero también irreductiblemente distintos en sus identidades e intereses. Negar el pluralismo en este sentido equivale a decir “solo puedo vivir en un mundo político donde mi concepción de la comunidad política o mi visión personal sobre quien es un ciudadano real triunfe sobre todas las demás. Esto simplemente no es una perspectiva democrática de la política].

Es paradójico que en las avenidas de la digitalización las nuevas formas de comunicación adoptadas en nuestra era, han dado como resultado relaciones resquebrajadas, conflictos y divisiones, incluso, entre integrantes de una misma familia, clan o comunidad identitaria en donde por mucho tiempo estuvo presente el respeto, aceptación, tolerancia y la comunión de intereses comunes.

Las instituciones u organizaciones políticas de nuestro país cada vez más perdidas y alejadas del bien estar y común, tienen el reto de reconfigurar su actuar, dejando de lado su proceder negativo, difamatorio, hipócrita, deshonesto e insultante, de lo contrario se realzarán vicios que sobrevendrán a esa polarización crisis comunitaria en consecuencia la decadencia de nuestro estado ante un contrato social ficticio, una enfermedad que tiene un alto costo para el humanismo que deseamos.

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