/ viernes 28 de junio de 2024

Taza de Soles | Alicia de J.  Giacinti comte, viajera y escritora 

Asistí, junto a un nutrido grupo de personas, a la presentación del libro Miradas y caminos. Estampas de mis viajes que Alicia de J. Giacinti Comte acaba de publicar hace unas semanas. Con mucho agrado abordé su lectura para hacer algunas reflexiones al respecto. Primero, me quiero referir al contenido, a la materia de los viajes, para considerar lo que implica ser viajera, y ponderar el estímulo que para el espíritu y la imaginación significa abandonar el espacio conocido para desplazarse temporalmente a otros territorios. En el caso que nos ocupa, la experiencia es amplia y variada. Alicia ha recorrido, junto con familiares, con amigas, y en alguna ocasión lo ha hecho sola, solita, el territorio mexicano, América, del Norte, del Centro y del Sur, ha visitado varias veces Europa, en una gran cantidad de países y el Medio y el Lejano Oriente. La continuidad y amplitud de sus viajes me recordaron a grandes viajeros, pero sobre todo a grandes viajeras, mujeres que han roto paradigmas, y esto es, --según lo vamos constatando en su libro- porque la viajera Alicia se muestra abierta a la experiencia de disfrutar otros sabores, de percibir otros colores, de apreciar otras culturas y otras formas de vivir la religiosidad, por mencionar algunos aspectos sobresalientes. De la lectura de su texto podemos inferir que ser viajera implica esfuerzo y disciplina. Disciplina para levantarse temprano, para recorrer a pie grandes distancias, para subir y bajar escaleras de innumerables gradas, para atravesar- indemne- avenidas llenas de motocicletas sin aparente o real regulación. Se advierte que la viajera aprendió a perder el miedo a perderse y -a través de sus años de viajar por el mundo- fue adquiriendo paciencia y afinando su perspicacia. La viajera se nutre de tantas experiencias, que aprende a vivir con relativo optimismo en un mundo cambiante y amenazado de destrucción. La conclusión es que todo el esfuerzo vale la pena. Nos lo dice una viajera indomable, que ha querido compartir sus experiencias en este libro.

Giacinti Comte declara que ella realizó la configuración de este libro en el 2020, el año en el que todos estuvimos recluidos. Podemos afirmar que, afortunadamente, el mundo externo se paralizó y esto motivó en algunos la manifestación de nuestros mundos interiores. En el caso de la viajera, ella recordó que su segunda identidad es la de escritora y acudió a sus notas de viaje, a sus hábitos de mujer disciplinada que en las noches hace un resumen de lo visto y experimentado, y gracias a esos cuadernos puede dar noticia, tanto de los nombres de lugares, como de su mundo interior de pensamientos y vivencias. Esto la conecta con su vocación y experiencia de maestra por largos años, de educadora que ha elaborado libros de literatura, de antologadora y escritora de semblanzas de otros escritores, en fin, de la investigadora de índices de revistas literarias. Todo este bagaje dota a su libro de varias características que hacen de su lectura una experiencia accesible y agradable. Puedo destacar como algunas de las más inmediatamente perceptibles, la precisión lingüística, el tono personal y el uso apropiados signos de puntuación, que resaltan la emotividad de algunos enunciados. Pero no son las únicas, también podemos señalar el uso de títulos llamativos y de textos que rozan la estructura y dinámica del cuento. Cito- incompleto por falta de espacio- uno de mis textos preferidos:

”Acudí en pantuflas al llamado de los Atlantes”

“Desde niña, cada vez que viajaba por carretera a la Ciudad de México, con mis papás, cuando pasábamos por la señal que decía Tula, yo sentía que los Atlantes me llamaban, pero nunca nos desviamos para visitarlos. […] Volví a visitar a los Atlantes hace pocos años al regreso de una fiesta de fin de año en Atlixco otro lugar digno de visitar y me dio gusto constatar que el rescate de la zona está en marcha. tiene un muy digno museo de sitio, las esculturas están cuidadas y hay personas capacitadas para guiar a los visitantes y, por supuesto, ahora hay tenderetes de artesanías. A mí lo que me sigue impactando en la zona son las enormes figuras de mis Atlantes paraditos en su plataforma, donde con seguridad sostenían el techo de un templo o ¿el mundo? Por cierto, que los Atlantes no son tales ya que son figuras femeninas, si queremos denominarlas con un nombre griego sería más apropiado hablar de cariátides. Hay en Tula otros edificios como pequeñas pirámides, un juego de pelota, plataformas y más, pero para mí Tula es… los Atlantes. “

Alicia de J. Giacinti Comte, en esta faceta de creadora, se integra a la producción de la literatura regional. Sus textos pueden y deben inspirar otros escritos.

Asistí, junto a un nutrido grupo de personas, a la presentación del libro Miradas y caminos. Estampas de mis viajes que Alicia de J. Giacinti Comte acaba de publicar hace unas semanas. Con mucho agrado abordé su lectura para hacer algunas reflexiones al respecto. Primero, me quiero referir al contenido, a la materia de los viajes, para considerar lo que implica ser viajera, y ponderar el estímulo que para el espíritu y la imaginación significa abandonar el espacio conocido para desplazarse temporalmente a otros territorios. En el caso que nos ocupa, la experiencia es amplia y variada. Alicia ha recorrido, junto con familiares, con amigas, y en alguna ocasión lo ha hecho sola, solita, el territorio mexicano, América, del Norte, del Centro y del Sur, ha visitado varias veces Europa, en una gran cantidad de países y el Medio y el Lejano Oriente. La continuidad y amplitud de sus viajes me recordaron a grandes viajeros, pero sobre todo a grandes viajeras, mujeres que han roto paradigmas, y esto es, --según lo vamos constatando en su libro- porque la viajera Alicia se muestra abierta a la experiencia de disfrutar otros sabores, de percibir otros colores, de apreciar otras culturas y otras formas de vivir la religiosidad, por mencionar algunos aspectos sobresalientes. De la lectura de su texto podemos inferir que ser viajera implica esfuerzo y disciplina. Disciplina para levantarse temprano, para recorrer a pie grandes distancias, para subir y bajar escaleras de innumerables gradas, para atravesar- indemne- avenidas llenas de motocicletas sin aparente o real regulación. Se advierte que la viajera aprendió a perder el miedo a perderse y -a través de sus años de viajar por el mundo- fue adquiriendo paciencia y afinando su perspicacia. La viajera se nutre de tantas experiencias, que aprende a vivir con relativo optimismo en un mundo cambiante y amenazado de destrucción. La conclusión es que todo el esfuerzo vale la pena. Nos lo dice una viajera indomable, que ha querido compartir sus experiencias en este libro.

Giacinti Comte declara que ella realizó la configuración de este libro en el 2020, el año en el que todos estuvimos recluidos. Podemos afirmar que, afortunadamente, el mundo externo se paralizó y esto motivó en algunos la manifestación de nuestros mundos interiores. En el caso de la viajera, ella recordó que su segunda identidad es la de escritora y acudió a sus notas de viaje, a sus hábitos de mujer disciplinada que en las noches hace un resumen de lo visto y experimentado, y gracias a esos cuadernos puede dar noticia, tanto de los nombres de lugares, como de su mundo interior de pensamientos y vivencias. Esto la conecta con su vocación y experiencia de maestra por largos años, de educadora que ha elaborado libros de literatura, de antologadora y escritora de semblanzas de otros escritores, en fin, de la investigadora de índices de revistas literarias. Todo este bagaje dota a su libro de varias características que hacen de su lectura una experiencia accesible y agradable. Puedo destacar como algunas de las más inmediatamente perceptibles, la precisión lingüística, el tono personal y el uso apropiados signos de puntuación, que resaltan la emotividad de algunos enunciados. Pero no son las únicas, también podemos señalar el uso de títulos llamativos y de textos que rozan la estructura y dinámica del cuento. Cito- incompleto por falta de espacio- uno de mis textos preferidos:

”Acudí en pantuflas al llamado de los Atlantes”

“Desde niña, cada vez que viajaba por carretera a la Ciudad de México, con mis papás, cuando pasábamos por la señal que decía Tula, yo sentía que los Atlantes me llamaban, pero nunca nos desviamos para visitarlos. […] Volví a visitar a los Atlantes hace pocos años al regreso de una fiesta de fin de año en Atlixco otro lugar digno de visitar y me dio gusto constatar que el rescate de la zona está en marcha. tiene un muy digno museo de sitio, las esculturas están cuidadas y hay personas capacitadas para guiar a los visitantes y, por supuesto, ahora hay tenderetes de artesanías. A mí lo que me sigue impactando en la zona son las enormes figuras de mis Atlantes paraditos en su plataforma, donde con seguridad sostenían el techo de un templo o ¿el mundo? Por cierto, que los Atlantes no son tales ya que son figuras femeninas, si queremos denominarlas con un nombre griego sería más apropiado hablar de cariátides. Hay en Tula otros edificios como pequeñas pirámides, un juego de pelota, plataformas y más, pero para mí Tula es… los Atlantes. “

Alicia de J. Giacinti Comte, en esta faceta de creadora, se integra a la producción de la literatura regional. Sus textos pueden y deben inspirar otros escritos.