Un somero recuento de las revistas literarias, publicadas en la ciudad de Aguascalientes, se remonta a la mitad del siglo XX, con las revistas ACA, de la Asociación Cultural Aguascalentense y la revista Paralelo. Más cerca del momento actual quiero hacer memoria de la revista Tierra Baldía, dirigida por el profesor Eduardo López en el Bachillerato de la UAA, de la revista “Solares de Letras” que empecé con mis alumnos de la licenciatura de Letras Hispánicas en los años 90, y en años recientes las revistas “Pirocromo” y Marmórea. En el Instituto Cultural de Aguascalientes reconocemos la trayectoria de revistas como “Talleres”, “Parteaguas” y “Esto no es una máquina”. Que este breve recuento sirva para llegar a la que hoy nos ocupa y de la cual quiero hacer un breve análisis de su contenido: la revista “Imagisaurio” que tiene como rasgo principal su carácter independiente. Dirigida por los editores Armando Gómez Rivas y Carolina Mora Huerta, es una revista de periodicidad anual. Estamos en el número TRES y el índice nos señala los géneros presentes en la revista: Narrativa, Poesía, Ensayo Intersecciones y Retrato. A los géneros clásicos, la revista da espacio a un género híbrido al que titula “Intersecciones” donde se entrecruzan la poesía y la narrativa, la poesía y el ensayo, lo cual es muy interesante. Advertimos también que la revista contiene ilustraciones que ponen un sello colorido y vibrante a los textos literarios. En este número las ilustraciones corrieron a cargo Zeudí Chang, originaria de Veracruz.
\u0009En el editorial se declara lo que los editores defienden como literatura: “De inicio una obra literaria está escrita con eficiencia maneja de forma correcta el lenguaje y nunca deja indiferente al lector”. Asimismo, respecto de la poesía declaran con toda claridad que “al ser un arte de procesos arduos y singulares únicamente puede crearse a través del ejercicio de la libertad”, que el poeta debe ser capaz de entender, desmenuzar y reescribirlo todo y que el narrador debe ser observador meticuloso y un creador que discierna entre lo que debe decir y lo que debe callar. Las preguntas clave son: ¿Quiénes son los devoradores? ¿Qué comen los monstruos? ¿Cómo crece y se robustece el miedo?
Las respuestas a estas preguntas se van dando de formas variadas en los textos literarios que nos entrega la revista. Alberto Hidalgo, autor del cuento “La mosca” nos plantea este acercamiento “Regresa a la cocina, no ve al insecto, oye como un rechinar de dientes que proviene del cubo de basura. Se asoma a la mosca engullendo una monda de plátano y ha duplicado el tamaño. Casi ocupa todo el ancho del cubo, dirige hacia P. sus ojos divididos en miles de ojos. P. se imagina multiplicado. Oye el aleteo como bofetadas veloces a un rostro flácido y la mosca se eleva. Sale de la cocina y de la casa y se detiene en el jardín delantero dónde oye el zumbido alejarse y vea la mosca que se te posa a la entrada del salón. Se frota las patas traseras”.
Hay historias ácidas como la de “Eleanor” donde Juan Aguirre, describe a la niña que dejaron en una caja de cartón, en la esquina de un atrio de un templo, y que criada por las ancianas devotas de la iglesia, un día preguntó ¿Porque yo no tengo mamá? Le respondieron que si era buena algún día conocería a su madre en el cielo. Respuesta sólo inocua en apariencia, según el relato. Asimismo, el cuento de una abuela que colecciona palabras japonesas y una nieta empeñada en encontrarse con el lobo. Son ejemplos de tratamientos singulares a temas tradicionales.
De las interesantes Intersecciones destacó un fragmento de “Dar las gracias”, de Miguel a González,
Samuel bebe como juega, /como vive. Dando sorbos cortos. Y lentos. /Lo escucho hablar y guardo silencio,/pero pienso que su hijo muerto es un poco como aquella sangre,/que se cuela en nuestra conversación/gota a gota/mientras hablamos de la lotería de Navidad.
Martha Lilia Sandoval, por su parte, hace dos preguntas en su texto “Saturno de Goya”
¿Cuánto miedo muerde nuestras venas? / ¿Cuánta locura transita por los ojos de Cronos? /
Elizabeth Gori en su ensayo literario “Dichoso el que encuentra el sentido”, sobre la novela “Déjame entrar” de John Ajvide, cuyo tema es la amistad, declara: “Se ha definido a los niños como miembros de una minoría social. También como un grupo que no ha logrado librarse de especie de colonialismo” Y nos muestra varios ejemplos del tratamiento que han recibido, en libros y películas, los niños vampiros. Su reflexión sobre dejar entrar a las personas adecuadas a nuestras vidas resulta de vital importancia para la sobrevivencia en la época actual. LARGA VIDA A LA REVISTA IMAGISAURIO
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