Nosotros, los humanos comunes hablamos usualmente de lo que nos pasa. Los poetas hablan de lo que nos traspasa. De lo que importa para seguir vivos. Con esto en mente. hablaré en este artículo de dos poetas mujeres, cuyos libros, editados aquí en Aguascalientes, por Seda, editores, se acaban de presentar en la pasada Feria del libro del ICA.
Ellas son Fernanda Manzo y Giselle Ruiz. La primera, hija del pintor Benjamín Manzo, es una artista performática que hizo preceder la presentación de su libro de un performance donde combinó la danza con la música y el canto. Su poemario se titula “corazón del opio”, -escrito así con minúscula en la portada- conjunta treinta y seis poemas y está dedicado a la hija de la autora, a su padre, a su madre, que, partiendo de lo biográfico, llegan, por la fuerza de la expresión poética, a ser universales. En las setentas y dos páginas del libro se despliega la identidad de la artista que se expresa con la fuerza de los versos, a los que imprime el colorido y el movimiento de quien ha experimentado al fuerza del color y la danza y es aquí donde como escritora encuentra la autoafirmación en sus versos.
“Podrida” Me sentía moribunda/sin la tierra de mis huesos/sin la piel de mi Tierra,/manoseada por mis propios buitres, que me condenaban a la epilepsia del amanecer,/Tenía el miedo de un pájaro disecado/que cae del nido desojado/de un pájaro disecado que se quedó/con los ojos abiertos/sin poder volar//
Cierro la boca para orar, rezar. Repetir un mantra/ buscando ahí la calma, /Pero me he quedado sin apetito de hablar/ encapsulada en aquel tiempo/ en el que me momifique / en el entresuelo de la habitación de mi esposo / cuando lo escuchaba tocar su guitarra/ y tararear para mí una canción:/” La perdedora de instantes” / la mujer caótica, despechada y bruja.//
Con este fuerte poema, donde la anécdota se hace profundamente universal a través de las imágenes del pájaro disecado, ilustramos el arte poético de una escritora, que nos deja un grato sabor de boca en su primer libro de poemas.
Giselle Ruiz, nacida en 1989, egresada de la carrera de Ciencias ambientales irrumpió en el espacio de las letras de Aguascalientes, cuando en 2020 publicó su libro “Falsa muda”, donde explica en un breve prefacio: “Escribí estos poemas entre octubre y noviembre de 2019. Los escribí después de dos años de reflexión tras realizar entrevistas a 15 voluntarias que quisieran compartir sus experiencias y sentimientos con respecto a los juicios de valor que han marcado sus vidas” Concluyecontundente:
Esta falsa muda se muestra como evidencia y recordatorio de que las jaulas
no son el hogar de nada que posea alas, lengua y voluntad.
De ese libro, me gustaría compartirles este poema, como un ejemplo de la capacidad de la poeta de retratar en pocos versos toda una situación tensa y detonante: “Retrato de fantasma con mujer al fondo”
Soy la mitad de mi existencia/por las noches algo de mí se desdibuja/se pierde en el mar de los resortes.//Un día (no fue ayer, ni este)/el motivo asumió forma de náusea
entre tu cuerpo y el mío algo cruje:/mis huesos, tu hambre/ silencios que astillan.
Por otra parte, el libro que se presentó ahora en la 56 Feria del libro del ICA, y editado también por SEDA, editores, Joel Grijalva, me lo recomendó como un “excelente poemario”. Adolescente en un pueblo perdido”, es un texto que nos habla también de otras mujeres, de esas mujeres víctimas de violencia, que están esperando que alguien se ocupe de su historia para que ésta cobre sentido. Mujeres que han encontrado en Giselle Ruiz a su poeta, quien hace de su trabajo literario una indagación lingüística, discursiva y existencial. Un ejemplo ilustrativo :
“ A esta edad/mi madre ya era mi madre/a los 34/ ya nos tenía a mi hermana y a mí// A la distancia veo que nos ha querido/ como a una lista inacabable de virtudes/ en todas las casas que nos sostuvo/con la dosis justa de escarmiento/ entre más dolor del que podía concebir// Hoy el fracaso me empuja/ a las tardes de ropa tendida/ que mucho demandan/ su abrazo con aroma suavitel // Mi amor nunca alcanzará sus formas/ mi cuerpo no dará lo que el suyo/por más que la flor dicte eso/ella es TODO lo que no seré/TODO lo que tengo/a esa edad/en otra, nos pertenecemos/mi madre sigue siendo mi madre/y yo sólo soy su hija adolescente//
mis recuerdos son un alce cayendo en una trampa de picos cuchilla”.
Para cerrar, hago un elogio a la editorial Seda, que ha apostado por el género poético en la publicación de sus libros.
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