/ viernes 21 de junio de 2024

Taza de Soles | Ramón López Velarde, lector de Baudelaire

“Entonces era yo seminarista/ sin Baudelaire, sin rima y sin olfato” “Tenías un rebozo de seda”.Fueron los años cruciales de su aprendizaje - de los que aparecen vislumbres en la correspondencia con Eduardo J. Correa- cuando el poeta jerezano se puso en contacto con Baudelaire. Él mismo se refiere a las dificultades para encontrar “el metal de su voz”. Tiene RLV una expresión relacionada con el escritor de Pinos, Zacatecas, Enrique Fernández Ledesma, su compañero de afanes literarios juveniles en Aguascalientes, que resulta ilustrativa: “[Enrique] ha descubierto su técnica! ¡Cuánto la buscó! ¡Cuánto la buscamos! Si alguien que lee nuestros poemas en un decir Jesús supiera el sacrificio de aquellos años de 1903, 4, 5,6 y los que siguieron”. Además, a través de las cartas aludidas podemos confirmar dos cuestiones importantes: el jerezano buscaba con intensidad un tono particular, un estilo personal que después denominaría criollismo, y por otra parte, hay una frecuente mención a la lectura que hace de revistas tanto nacionales como extranjeras que el joven poeta tenía la obligación de revisar, pues las primeras columnas con las que empezó a participar en los periódicos y revistas editados por Correa, cubría las reseñas de los libros de reciente publicación.

Tomando en cuenta lo anterior, haré un breve repaso de lo que se divulgó de Baudelaire tanto en la Revista Azul como de la Revista Moderna- dos publicaciones esenciales para el modernismo hispanoamericano, movimiento literario en boga en la juventud lópezvelardiana - destacando no solamente los textos que sobre el poeta francés que ahí aparecen, sino cómo el tipo de textos elegidos para su divulgación, pudo haber influido en los lectores en la formación de una imagen sobre la poética del simbolista de Les fleurs du mal. .

La Revista Azul vio la luz en la ciudad de México el 6 de mayo de 1894, bajo la dirección de Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo, quienes al dar inicio a la publicación declararon, entre otras cosas, que uno de sus propósitos sería conseguir poemas y comentar libros llegados de Europa . Esta apertura hacia la cultura europea en general, y hacia la cultura francesa en particular, se vio confirmada desde los detalles singulares de la denominación de este foro.

La revista, desde sus inicios y en su constante aparición semanal hasta su cierre con el último número que data de octubre de 1896, es decir, durante casi tres años constituyó una invitación a sacudir la modorra intelectual de la sociedad porfiriana de la última década del siglo XIX.

. En este contexto de apreciación por la cultura francesa -apreciación que fue una de las secuelas paradójicas de la intervención francesa en México y el establecimiento del Imperio de Maximiliano de Habsburgo- aparecieron por primera vez en nuestro país los textos de Charles Baudelaire (1821-1867). Quisiera detenerme un poco en cada uno de éstos, porque el conocer lo que se fue difundiendo de este autor nos puede ayudar a comprender qué parte de su obra fue la más conocida entre los lectores mexicanos. Por ejemplo: “El loco y la Venus” , es un breve texto en prosa donde encontramos de manera inmediata el uso de la sinestesia, “que el calor haciendo visibles los perfumes, los eleva hacia el astro como copos de humo”. Aquí el recurso literario es utilizado por el autor para hacer evidente la correspondencia entre un ejemplo de belleza que él percibe asfixiante –según su perspectiva, ésta carece de sentido- y el ser humano vacío de amor; en síntesis, recrea un árido panorama donde sólo el poeta es capaz de captar la aflicción del hombre: Sin embargo, en medio de esa fruición universal, yo he reparado en un ser afligido. Este individuo desolado es descrito como un loco artificial, un ser solitario, que en el fondo de sí mismo siente un poderoso llamado a la perfección; pero cuyo desencanto refleja la rebeldía del artista contra la idea académica de belleza, a la que acusa de indiferente, representada en una Venus “que mira a lo lejos no sé qué con sus ojos de mármol”.Al texto anterior siguió “La desesperación de la anciana” : donde el autor presenta una vieja decrépita que aún aspira a agradar a lo más tierno de la humanidad como son los niños. En 1895, aparece el texto titulado “Cabellera negra”, un un poema donde el autor recrea un refugio de calma voluptuosa, y el olor adquiere un lugar protagónico para lograr la ensoñación del poeta.

En 1896, se publica el que quizá fuera uno de los textos baudelerianos preferidos por los poetas modernistas: Dirigido apelativamente a los lectores; en ·”Embriagaos” el autor argumenta que, para soportar el spleen debe vivirse al amparo de algún excitante: “Es necesario estar siempre ebrio [...] De vino, de poesía, de virtud, a vuestro antojo”.

“Entonces era yo seminarista/ sin Baudelaire, sin rima y sin olfato” “Tenías un rebozo de seda”.Fueron los años cruciales de su aprendizaje - de los que aparecen vislumbres en la correspondencia con Eduardo J. Correa- cuando el poeta jerezano se puso en contacto con Baudelaire. Él mismo se refiere a las dificultades para encontrar “el metal de su voz”. Tiene RLV una expresión relacionada con el escritor de Pinos, Zacatecas, Enrique Fernández Ledesma, su compañero de afanes literarios juveniles en Aguascalientes, que resulta ilustrativa: “[Enrique] ha descubierto su técnica! ¡Cuánto la buscó! ¡Cuánto la buscamos! Si alguien que lee nuestros poemas en un decir Jesús supiera el sacrificio de aquellos años de 1903, 4, 5,6 y los que siguieron”. Además, a través de las cartas aludidas podemos confirmar dos cuestiones importantes: el jerezano buscaba con intensidad un tono particular, un estilo personal que después denominaría criollismo, y por otra parte, hay una frecuente mención a la lectura que hace de revistas tanto nacionales como extranjeras que el joven poeta tenía la obligación de revisar, pues las primeras columnas con las que empezó a participar en los periódicos y revistas editados por Correa, cubría las reseñas de los libros de reciente publicación.

Tomando en cuenta lo anterior, haré un breve repaso de lo que se divulgó de Baudelaire tanto en la Revista Azul como de la Revista Moderna- dos publicaciones esenciales para el modernismo hispanoamericano, movimiento literario en boga en la juventud lópezvelardiana - destacando no solamente los textos que sobre el poeta francés que ahí aparecen, sino cómo el tipo de textos elegidos para su divulgación, pudo haber influido en los lectores en la formación de una imagen sobre la poética del simbolista de Les fleurs du mal. .

La Revista Azul vio la luz en la ciudad de México el 6 de mayo de 1894, bajo la dirección de Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo, quienes al dar inicio a la publicación declararon, entre otras cosas, que uno de sus propósitos sería conseguir poemas y comentar libros llegados de Europa . Esta apertura hacia la cultura europea en general, y hacia la cultura francesa en particular, se vio confirmada desde los detalles singulares de la denominación de este foro.

La revista, desde sus inicios y en su constante aparición semanal hasta su cierre con el último número que data de octubre de 1896, es decir, durante casi tres años constituyó una invitación a sacudir la modorra intelectual de la sociedad porfiriana de la última década del siglo XIX.

. En este contexto de apreciación por la cultura francesa -apreciación que fue una de las secuelas paradójicas de la intervención francesa en México y el establecimiento del Imperio de Maximiliano de Habsburgo- aparecieron por primera vez en nuestro país los textos de Charles Baudelaire (1821-1867). Quisiera detenerme un poco en cada uno de éstos, porque el conocer lo que se fue difundiendo de este autor nos puede ayudar a comprender qué parte de su obra fue la más conocida entre los lectores mexicanos. Por ejemplo: “El loco y la Venus” , es un breve texto en prosa donde encontramos de manera inmediata el uso de la sinestesia, “que el calor haciendo visibles los perfumes, los eleva hacia el astro como copos de humo”. Aquí el recurso literario es utilizado por el autor para hacer evidente la correspondencia entre un ejemplo de belleza que él percibe asfixiante –según su perspectiva, ésta carece de sentido- y el ser humano vacío de amor; en síntesis, recrea un árido panorama donde sólo el poeta es capaz de captar la aflicción del hombre: Sin embargo, en medio de esa fruición universal, yo he reparado en un ser afligido. Este individuo desolado es descrito como un loco artificial, un ser solitario, que en el fondo de sí mismo siente un poderoso llamado a la perfección; pero cuyo desencanto refleja la rebeldía del artista contra la idea académica de belleza, a la que acusa de indiferente, representada en una Venus “que mira a lo lejos no sé qué con sus ojos de mármol”.Al texto anterior siguió “La desesperación de la anciana” : donde el autor presenta una vieja decrépita que aún aspira a agradar a lo más tierno de la humanidad como son los niños. En 1895, aparece el texto titulado “Cabellera negra”, un un poema donde el autor recrea un refugio de calma voluptuosa, y el olor adquiere un lugar protagónico para lograr la ensoñación del poeta.

En 1896, se publica el que quizá fuera uno de los textos baudelerianos preferidos por los poetas modernistas: Dirigido apelativamente a los lectores; en ·”Embriagaos” el autor argumenta que, para soportar el spleen debe vivirse al amparo de algún excitante: “Es necesario estar siempre ebrio [...] De vino, de poesía, de virtud, a vuestro antojo”.