El significado de su nombre lo dice todo; proviene del náhuatl “tecuín”, que significa “latir”. El tejuino es una bebida que tiene su origen entre los artesanos del pueblo Wixárica, en el estado de Nayarit.
Su fama se extendió por todo México, gracias a su particular y refrescante sabor. Éste se deriva de la fermentación a la que se somete la mezcla de piloncillo y maíz. Sin embargo, su exquisitez no es el único beneficio que aporta esta bebida, pues también es considerado un prebiótico natural, por lo que muchas personas lo consumen como aliado de tratamientos contra malestares estomacales. Esto se debe a que, como dicta la tradición, las llamadas ollas de barro “tesgüiñeras” donde se fermenta el líquido, nunca se lavan, conservando en sus paredes, los residuos de procesos anteriores, facilitando la reproducción de micro organismos que nutren y fortalecen la flora intestinal.
Ya que en náhuatl, maíz significa: “lo que sustenta la vida”, se cree que el tejuino se preparaba de manera especial para rituales y actividades ceremoniales, al igual que muchos otros alimentos y bebidas elaborados con este ingrediente; y todos estos se consideraba “alimento de los dioses”.
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Como la mayoría de la gastronomía mexicana, la preparación y consumo de cada uno de ellos, puede variar según la región del país donde se encuentre. Por ejemplo, en la zona Centro Occidente del país, se acostumbra servir con sal, chile y jugo de limón.
En Aguascalientes, existen varios puntos de venta de esta ancestral bebida, donde lo sirven bien frío, acompañado generalmente de nieve de limón, lo que le brinda aún mayor frescura.
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