El origen de las recetas dulces se remontan a Mesopotamia y al Antiguo Egipto, hace más de siete mil años, donde el postre tradicional era pan de miel espolvoreado con ajonjolí; en la Antigua Grecia se preparaban pasteles para celebrar el nacimiento de un ser, la receta se basaba en harina, queso y aceite.
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Fue en el Siglo IV a. C., durante el Imperio Romano, cuando nació la distinción entre el panadero y pastelero, fue entonces cuando la pastelería estableció una relación con la religión, ya que durante el año litúrgico se elaboraban postres y pasteles.
La pastelería se desarrolló en el Siglo XVIII, época durante la cual, en Francia se desarrolló el hojaldre, lo que marcó el inicio de la pastelería moderna; en 1863 se crearon las tartaletas de almendras de Ragueneau, en 1740 se introdujo el Baba y en 1805, Lorsa, pastelero bordelés, creó la decoración con cornetes.
Antoine de Carem fue el mayor innovador, ya que a principios del Siglo XIX publicó el libro “El pastelero real”, obra considerada la primera descripción de la librería moderna, ya que contenía un gran repertorio de recetas.
Algunas variedades más demandadas son de tres leches, que requiere leche entera, condensada y evaporada; ópera, que consiste en tres capas de bizcocho delgado, bañado en café y fue creado en 1954 en Francia, por Gastón Lenotere; cheesecake, famoso en Estados Unidos, sin embargo su origen se remonta a la Antigua Grecia; tiramisú, creado en Italia y compuesto por bizcocho humedecido con café, crema a base de huevos batidos, azúcar, queso mascarpone y cacao en polvo.
En la actualidad, este postre está presente alrededor del mundo, es un elemento fundamental en los festejos de cumpleaños y otras celebraciones.