El pintoresco municipio de Villa Hidalgo en el estado de San Luis Potosí, guarda entre sus calles y rincones, una gran riqueza histórica, cultural y gastronómica, que lo convierten en un escaparate de fin de semana. Está ubicada a 55 kilómetros de la capital potosina, se encuentra la Hacienda de Peotillos, construida en el año 1631 por José de Echegoyan.
Esta edificación forma parte de un catálogo de 200 haciendas con las que cuenta la entidad potosina, fue nombrada así por sus tierras de peyote y es considerada una de las más importantes del estado.
Durante un tiempo fue casa de la orden de los Carmelitas Descalzos y después adquirida como un regalo para Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota Amalia.
La hacienda y sus inicios
Con el paso de los años, la hacienda tuvo diferentes propietarios. Cronistas de la localidad mencionan que la orden de los Carmelitas Descalzos fueron algunos de los que habitaron la finca, utilizándose como convento.
Posteriormente, la congregación vendió la propiedad a la señora Isabel de Goríbar y al señor Pablo Ibarra, quien pensó en regalarla a Maximiliano de Habsburgo y a su esposa Carlota Amalia de Bélgica para que la usaran como casa de campo, pero nunca llegaron a visitar la propiedad.
Fue en 1855 que los dueños decidieron reconstruir la casa grande con un estilo neoclásico, remodelación persiste en la actualidad.
De igual forma destacan dos ilustres personajes que llegaron a visitar este lugar. Uno fue el insurgente Francisco Javier Mina, quien libró una batalla en los alrededores de la hacienda, el 17 de junio de 1917, derrotando al realista Armiñán. El otro fue el mariscal francés Bazaine, quien estableció su cuartel general en esta construcción en el año de 1866, en plena Intervención Francesa.
De casa de campo a museo de Historia
Actualmente la hacienda funciona como museo, en el que los visitantes pueden apreciar antiguos documentos, pinturas, viejas fotografías, libros, lámparas, piedras, piezas prehispánicas, objetos de obsidiana y mobiliario de diferentes épocas.
Se encuentra tan bien conservada que pareciera que los años no pasaron en ella; sus largos pasillos y habitaciones son ideales para pasar las horas recorriendo cada rincón y aprendiendo la historia de esta localidad. Cuenta con 20 habitaciones con grandes muros de piedra, en su patio central hay una hermosa fuente de cantera, un torreón con mirador y un reloj monumental.