Resulta difícil comprender qué la belleza, majestuosidad y esplendor de la obra de Vincent Van Gogh, haya sido reconocida hasta después de su muerte. Fue uno de los más importantes exponente del postimpresionismo en su época, a la par de otros artistas como Henry de Toulouse-Lautrec, Paul Cézanne y Pau Gauguin, entre otros.
RECIBE LAS NOTICIAS DIRECTO EN TU CUENTA DE TELEGRAM, SUSCRÍBETE AQUÍ
En su legado se cuentan más de 900 pinturas y más de mil 500 dibujos, realizados a los largo de su vida, que desde la infancia fue difícil y tormentosa. Se dice que para él, uno de las personas más importantes fue su hermano Theodorus, de quien recibió siempre cuidados y respaldo en todos los rubros. De ello, dan cuenta las más de 600 cartas que Vincent escribió a su hermano, gracias a las cuales fue posible conocer un poco más acerca del ilustre pintor, ya que en ellas plasmó sus atribulados pensamientos. Estas epístolas se dieron a conocer, luego de la muerte de Theo, pues su esposa Johanna Van Gogh-Bonger, las publicara con el propósito de revelar al mundo la vida del artista.
Fue a la edad de 22 años, c cuando se convirtió en una pasión para él, mientras visitaba una exposición de Jean Francois Millet; sin embargo, la producción de sus obras comenzó hasta el año 1880, cuando comenzó a estudiar dibujo en la Academia de Bellas Artes.
Entre sus piezas más destacadas se encuentran “El dormitorio de Arles”, “Lirios”, “Autorretrato”, “Retrato del Doctor Gachet”, “Los girasoles”, “Terraza de café por la noche” y, por supuesto, “La Noche Estrellada”, entre muchas otras.
Una vida marcada por el rechazo, la soledad y las carencias dejarían en el pintor neerlandés una marca que nada pudo borrar; por lo que se cree, se quitó la vida un 29 de julio de 1890, cuando tenía tan sólo 37 años de edad.