/ viernes 20 de septiembre de 2024

Conoce a Rafael Hinojos, el hombre que capturó los desastres del Terremoto de 1985

Con su cámara, pudo registrar los distintos rostros de quienes vivieron en carne propia, el temblor de 8.1 grados Richter 

Han pasado 39 años desde que el país se estremeció con un temblor de 8.1 grados en la escala Richter. Como testigo, el ingeniero Rafael Hinojos Reyes, pudo documentar, a través de su cámara Minolta, las imágenes de la angustia y la incertidumbre, así como de la unión y la fortaleza del pueblo.

En entrevista con El Sol del Centro, Don Rafael comparte que él se encontraba radicando en la ciudad de Aguascalientes, cuando sucedió el desastre. Sin embargo, sus padres vivían en Ciudad de México. Exactamente en el Edificio Chiapas, de Tlatelolco. Al tener conocimiento de la noticia, intentó comunicarse con ellos, pero no tuvo éxito, por lo que sólo pudo seguir la transmisión que realizó Jacobo Zabludovsky, realizó de manera ininterrumpida sobre el terremoto, hasta la madrugada del siguiente día.

Por la mañana del 20 de septiembre, se trasladó a la Ciudad de México, junto con su esposa e hijo, para obtener noticias sobre sus padres y hermana, así como de la madre de su esposa. Al llegar, se encontró con una escena devastadora. El edificio Nuevo León, donde vivían varios de sus amigos de juventud, se había caído; la sección norte y sección central, estaban totalmente destruidas. Afortunadamente, donde vivían sus padres, que era uno de los edificios de menor altura, se encontraba en buenas condiciones. Pudo verlos y constatar que estaban bien.

Después del almuerzo del 21 de septiembre, decidió salir a las calles para registrar lo que sucedía. El olor era extraño, medio dulzón… como el pan dulce, cuando empieza a echarse a perder, señala. La gente no lloraba, pero tampoco hablaban; estaban como en shock; y quienes hablaban, lo hacía en voz baja, como susurrando.

Varios edificios de Tlatelolco quedaron destruidos | Cortesía | Rafael Hinojos


Comparte que, en su recorrido, pudo ver al tenor Plácido Domingo, que platicaba con la gente, con la intención de ayudar. Entre los edificios que pudo ver, totalmente colapsados, estaban el Hotel del Prado y Hotel Regis.

"Cerca de donde vivían mis padres, había un muro donde la gente pegaba pedazos de papel con listas de nombres de personas, mensajes, solicitando información sobre los paraderos de sus familiares o publicando los de algunos que había sido localizados".

El terremoto de 1985, fue uno de los más devastadores de la historia en el país | Cortesía | Rafael Hinojos


Pese a la atmósfera de tristeza y desolación que había en la ciudad, también pudo ver otro rostro de la sociedad. La gente sola empezó a organizarse, para ayudarse unos a otros. Relata que aquellos que podían ingresar a sus casas, lo hacían para cocinar y llevar comida a los demás. Surgió, espontáneamente, la solidaridad y generosidad de la gente.

La sociedad se unió para ayudarse los unos a los otros


El 19 de septiembre, de 1985, la capital mexicana fue sacudida por el más intenso y destructivo terremoto de que se tenga registro, cuyas secuelas fueron incalculables pérdidas materiales y miles de víctimas mortales.

Hace 39 años que las clases populares capitalinas presentaron una inolvidable muestra de su férrea voluntad y entereza. Y, ante el desastre, el dolor y el sufrimiento, grandes grupos de voluntarios organizaron brigadas de auxilio y labores de rescate, dando una muestra maravillosa de valentía y unión, que trascendió a todo el mundo.

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Escucha el Podcast ⬇️

Han pasado 39 años desde que el país se estremeció con un temblor de 8.1 grados en la escala Richter. Como testigo, el ingeniero Rafael Hinojos Reyes, pudo documentar, a través de su cámara Minolta, las imágenes de la angustia y la incertidumbre, así como de la unión y la fortaleza del pueblo.

En entrevista con El Sol del Centro, Don Rafael comparte que él se encontraba radicando en la ciudad de Aguascalientes, cuando sucedió el desastre. Sin embargo, sus padres vivían en Ciudad de México. Exactamente en el Edificio Chiapas, de Tlatelolco. Al tener conocimiento de la noticia, intentó comunicarse con ellos, pero no tuvo éxito, por lo que sólo pudo seguir la transmisión que realizó Jacobo Zabludovsky, realizó de manera ininterrumpida sobre el terremoto, hasta la madrugada del siguiente día.

Por la mañana del 20 de septiembre, se trasladó a la Ciudad de México, junto con su esposa e hijo, para obtener noticias sobre sus padres y hermana, así como de la madre de su esposa. Al llegar, se encontró con una escena devastadora. El edificio Nuevo León, donde vivían varios de sus amigos de juventud, se había caído; la sección norte y sección central, estaban totalmente destruidas. Afortunadamente, donde vivían sus padres, que era uno de los edificios de menor altura, se encontraba en buenas condiciones. Pudo verlos y constatar que estaban bien.

Después del almuerzo del 21 de septiembre, decidió salir a las calles para registrar lo que sucedía. El olor era extraño, medio dulzón… como el pan dulce, cuando empieza a echarse a perder, señala. La gente no lloraba, pero tampoco hablaban; estaban como en shock; y quienes hablaban, lo hacía en voz baja, como susurrando.

Varios edificios de Tlatelolco quedaron destruidos | Cortesía | Rafael Hinojos


Comparte que, en su recorrido, pudo ver al tenor Plácido Domingo, que platicaba con la gente, con la intención de ayudar. Entre los edificios que pudo ver, totalmente colapsados, estaban el Hotel del Prado y Hotel Regis.

"Cerca de donde vivían mis padres, había un muro donde la gente pegaba pedazos de papel con listas de nombres de personas, mensajes, solicitando información sobre los paraderos de sus familiares o publicando los de algunos que había sido localizados".

El terremoto de 1985, fue uno de los más devastadores de la historia en el país | Cortesía | Rafael Hinojos


Pese a la atmósfera de tristeza y desolación que había en la ciudad, también pudo ver otro rostro de la sociedad. La gente sola empezó a organizarse, para ayudarse unos a otros. Relata que aquellos que podían ingresar a sus casas, lo hacían para cocinar y llevar comida a los demás. Surgió, espontáneamente, la solidaridad y generosidad de la gente.

La sociedad se unió para ayudarse los unos a los otros


El 19 de septiembre, de 1985, la capital mexicana fue sacudida por el más intenso y destructivo terremoto de que se tenga registro, cuyas secuelas fueron incalculables pérdidas materiales y miles de víctimas mortales.

Hace 39 años que las clases populares capitalinas presentaron una inolvidable muestra de su férrea voluntad y entereza. Y, ante el desastre, el dolor y el sufrimiento, grandes grupos de voluntarios organizaron brigadas de auxilio y labores de rescate, dando una muestra maravillosa de valentía y unión, que trascendió a todo el mundo.

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