En la zona centro de la ciudad, sobre la calle Juárez, junto al Mercado Terán, desde hace casi 80 años se escribe la historia de una familia, que a base de trabajo, esfuerzo y amor a las costumbres mexicana, han creado una dulce tradición.
Es la Dulcería La Fe, que se fundó en el año 1940, por iniciativa del señor Cesáreo Rangel y María Natividad Ramírez. Ahí, se producen todos los días, los dulces típico mexicanos más deliciosos, como alegría, greñudas, camote, alcanfor, muéganos, obleas con cajetas, cocadas, ates de membrillo y guayaba, borrachitos, alfeñiques y jamoncillos de leche, piñón, nuez y pasas.
Actualmente está está a cargo Alicia Rangel y Andrea Rangel, hija y nieta respectivamente, de los fundadores.
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En el interior de esta dulcería, año con año cobra vida una de las tradiciones de mayor arraigo en este país, el Día de Muertos; por lo que se elaboran más de 5 mil calaveritas de azúcar, de diversos tamaños. Es también en este lugar, donde le da color a los dulces cráneos elaborados de manera artesanal.
Para su realización, se derrite azúcar y se le agrega agua y jugo de limón. La mezcla se vierte en pequeños moldes fríos de barro, que Don Cesáreo mandó hacer especialmente para sus calaveras. Se dejan enfriar y es les retira el exceso para que el dulce quede hueco. Posteriormente se decoran con una pasta hecha de huevo, azúcar y colorante vegetal.
Sin embargo, la creatividad y genialidad de esta familia no para ahí, pues también producen pequeños altares con frutitas y trastecitos de barro, vestidos para las calaveras y esqueletos con trajes típicos mexicanos.
De esta manera, refiere Andrea, ellos ponen su granito de arena para preservar las tradiciones mexicanas y seguir heredándolas a las nuevas generaciones.