En un predio ubicado sobre avenida Aguascalientes poniente, yendo de norte a sur y metros después de avenida Guadalupe González, se encuentran montañas de millones de piedras negras, las cuales son denominadas como Escoria. La Escoria son los residuos tóxicos que fueron producto de la fundición de metales. Aquellas piedras permanecen en aquel lugar desde hace más de un siglo.
La aparición de la Escoria y a su vez del Cerro de la Grasa, se remonta desde la Gran Fundición Central Mexicana, entre los años de 1894 a 1924. Esta era propiedad del señor Salomón Guggenheim y la Fundidora “fue una de las más modernas empresas metalúrgicas de América, pues fue la primera en usar electricidad para la fundición de metales”, indica la Secretaría de Turismo, del municipio de Aguascalientes.
La Fundidora en Aguascalientes se asentó en lo que hoy son los fraccionamientos Fundición, Los Sauces, parte de Las Brisas y San Cayetano y “la materia prima para la operación de los hornos provenía de las minas de Tepezalá; Palo Alto, El Llano; y Asientos”.
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Fue en 1925 cuando la Gran Fundición Central Mexicana decidió migrar hacia el estado de San Luis Potosí, pues a principios del siglo XX hubo huelgas de trabajadores y esto ocasionó que la empresa quebrara en nuestro estado.
Lo único que queda de esta gran empresa, es un horno de ladrillo refractario que se encuentra ubicado en el cruce de avenida Aguascalientes poniente y la calle Pedro García Rojas, en el fraccionamiento La Fundición.
Finalmente, la Gran Fundición Central Mexicana, en su momento impulsó económicamente nuestro estado, pero lamentablemente dejó una gran devastación ambiental, pues aún en nuestros días se pueden apreciar los residuos de lo que alguna vez fue esta empresa.
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