/ miércoles 5 de abril de 2023

La Semana Santa y sus Siete Cazuelas

Pescados, legumbres, frutas y molito, son parte de este menú que no pierde vigencia en los hogares mexicanos

Con los rituales propios de la fiesta religiosa, llegan las tradiciones que no pierden vigencias pese al paso de los años. Una de ellas, es la que año con año logra reunir a las familias a la hora de la comida, sólo para compartir las Siete Cazuelas de Cuaresma; menú que tiene opciones de todos los sabores, para todos los gustos.

Y es que, además del gusto de compartir los alimentos, esta práctica representa la oportunidad perfecta para recordar a las abuelas, las tías y las madres que enseñaron a preparar las delicias que se colocarán al centro de la mesa. Siete, número perfecto, como perfecto es la sazón de las manos que los cocinaron y que inspiran otro tipo de devoción: aquella que llena la panza y deja el corazón contento.

➡️ Mas notas y eventos culturales en este enlace!

Esta tradición tiene su origen otra práctica religiosa que se lleva a cabo en Semana Santa, y que es la Visita de los Siete Templos, verificada el Jueves Santo.

Como es ya conocido, cada región del país tiene su propio menú, incluso en platillos que suelen ser comunes en toda la República Mexicana, cada pueblo y comunidad los prepara de manera distinta. No obstante, los platillos tradicionales más comunes incluidos en las Siete Cazuelas de Cuaresma son: habas, lentejas, pipián con nopales y tortitas de camarón, papas de tierra, filete de pescado, torrejas, capirotada y agua de obispo. Sin embargo, hay otros que también se han agregado, como chilles rellenos, romeritos, caldo de camarón o pescado y mole verde, entre otros.

Pipián, caldo de pescado y capirotadas son los platillos más comunes | Mariana Murillo | El Sol del Centro

En este sentido, tanto la capirotada como el agua de obispo adquieren un simbolismo especial. La capirotada, al ser pan, representa el cuerpo de Jesús; el piloncillo con que se bañan, su sangre; el queso es la sábana que cubrió su cuerpo en el sepulcro; y la canela, la cruz donde fue crucificado.

Por otra parte, el agua de obispo, es nombrada así por el color tinto que adquiere del betabel. Los demás ingredientes, como naranja, lechuga, fresa y plátano, le brindan una frescura que no tiene igual. En México, se acostumbre compartir las Siete Cazuelas, el Viernes Santo.


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Con los rituales propios de la fiesta religiosa, llegan las tradiciones que no pierden vigencias pese al paso de los años. Una de ellas, es la que año con año logra reunir a las familias a la hora de la comida, sólo para compartir las Siete Cazuelas de Cuaresma; menú que tiene opciones de todos los sabores, para todos los gustos.

Y es que, además del gusto de compartir los alimentos, esta práctica representa la oportunidad perfecta para recordar a las abuelas, las tías y las madres que enseñaron a preparar las delicias que se colocarán al centro de la mesa. Siete, número perfecto, como perfecto es la sazón de las manos que los cocinaron y que inspiran otro tipo de devoción: aquella que llena la panza y deja el corazón contento.

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Esta tradición tiene su origen otra práctica religiosa que se lleva a cabo en Semana Santa, y que es la Visita de los Siete Templos, verificada el Jueves Santo.

Como es ya conocido, cada región del país tiene su propio menú, incluso en platillos que suelen ser comunes en toda la República Mexicana, cada pueblo y comunidad los prepara de manera distinta. No obstante, los platillos tradicionales más comunes incluidos en las Siete Cazuelas de Cuaresma son: habas, lentejas, pipián con nopales y tortitas de camarón, papas de tierra, filete de pescado, torrejas, capirotada y agua de obispo. Sin embargo, hay otros que también se han agregado, como chilles rellenos, romeritos, caldo de camarón o pescado y mole verde, entre otros.

Pipián, caldo de pescado y capirotadas son los platillos más comunes | Mariana Murillo | El Sol del Centro

En este sentido, tanto la capirotada como el agua de obispo adquieren un simbolismo especial. La capirotada, al ser pan, representa el cuerpo de Jesús; el piloncillo con que se bañan, su sangre; el queso es la sábana que cubrió su cuerpo en el sepulcro; y la canela, la cruz donde fue crucificado.

Por otra parte, el agua de obispo, es nombrada así por el color tinto que adquiere del betabel. Los demás ingredientes, como naranja, lechuga, fresa y plátano, le brindan una frescura que no tiene igual. En México, se acostumbre compartir las Siete Cazuelas, el Viernes Santo.


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