Desde el año 2007, México está considerado dentro de los países que tienen una nueva maravilla del mundo. Se trata del Templo de Kukulkán, dentro de la ciudad sagrada de Chichén Itzá. En este sitio arqueológico, ubicado en la Península de Yucatán, cuya construcción tiene origen entre los siglos VI y VIII, convirtiéndose en uno de los más importantes emblemas de la civilización maya.
Cerca, ya, del siglo X y XII, se construyó el Templo dedicado a Kukulcán, un dio maya que guarda algunas semejanzas con Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada.
Cuenta con nueve niveles, con 91 escalones, en cada una de caras, que en las esquinas adquieren una forma de serpentina, y que le permiten alcanzar una altura de 25 metros; y de 30 metros, considerando el templete.
En este lugar quedaron plasmadas evidencias de los vastos conocimientos científicos que tenían los mayas, sobre las matemáticas y la astronomía, por mencionar algunos; ya que se encontraron referencias del calendario Tzolkin, de la Rueda Calendárica, así como del Haab.
Dados los simbolismos numéricos que se pueden apreciar en el diseño y la construcción del templo, así como los fenómenos de luz que tienen lugar durante los equinoccios y solsticios, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en 1988.
Sin embargo, la distinción como Nueva Maravilla del Mundo Contemporáneo, llegó 19 años después, cuando la empresa de consultoría privada New Open Corporation, convocó a los países del mundo a postular un tesoro nacional, para conformar las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, entre las que también fueron elegidas la ciudad de Petra, en Jordania; Machu Pichu, en Perú; el Cristo Redentor, en Brasil; el Coliseo, en Italia; el Taj Mahal, en India; y la Gran Muralla, en China.
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