Hace pocas semanas, en todo el país se celebraron las Fiestas Patrias, con noches mexicanas llenas de manjares que hacen honor a la cultura mexicana, como el pozole, los taquitos dorados y el agua de horchata, entre muchos otros.
Si bien no había hecho digestión el banquete de 15 de septiembre, los mexicanos ya estaban se saboreaban el pan de muerto, típico de la celebración nacional en honor a sus difuntos; y qué decir de los tamales, que ya están imaginándose para disfrutar con sus seres queridos le víspera de la Navidad.
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A decir del chef Claudio Innes, fundador de Nahual Alta Gastronomía Mexicana, “en la cultura mexicana, la gastronomía cobra una relevancia singular, no así en otros países del mundo”.
Y es que, realmente, no importan de qué celebración se trate, sin banquete, no hay fiesta; porque “Somos un país al que le gusta comer bien y convivir alrededor de la mesa”, añadió. Quizá, esto se deba, también, a que para los mexicanos, estar cerca de los que aman, sean amigos o familiares, es una necesidad primordial.
Sobre todo cuando las opciones son tan variadas, en una gastronomía tan rica y diversa como la mexicana. “Es una fusión de dos culturas: por un lado la mexicana, en la que tenemos los romeritos, la birria y el champurrado; por otro, la española, que nos ha aportado el bacalao, entre muchos otros”.
En la comida que se prepara para las posadas, que es una celebración típica y única de México, ya que se lleva a cabo en otro país, las familias comparten el ponche de frutas, los dulces en las piñatas y la cena tradicional de tamales.
Esto afirma, igualmente, que la comida está ligada a las emociones, al corazón y la familia, pues también, sólo en México, se recuerda a los que ya no están, preparando el que, en vida, era su platillo favorito. De esta manera, se honra su memoria y se convoca a los que lo conocieron, en torno a la meza para recordarlo. “Incluso hay quienes practican una costumbre que, en otros países se ve con asombro, que es visitar el cementerio en el Día de Muertos, y colocar la comida sobre la tumba, y de ahí la familia comparte los alimentos”.
En cuanto al origen de los ingredientes, auténticamente mexicanos, Innes mencionó la calabaza, el chocolate, la vainilla los chiles, el tomate, el guajolote, la iguana, los chapulines, los gusanos de maguey y los escamoles, entre otros. “Hay algunos otros, como el ajo, cebolla y oliva, que aunque parecen nuestros, porque los hemos usado durante más de 500 años, no lo son; provienen de países como la India y África”, agregó.
Al perecer, no hay nada (o casi nada) que el mexicano no se coma, pues como dicen por ahí,
si camina, corre o vuela, va a la cazuelaClaudio Innes, Nahual Alta Gastronomía Mexicana
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