En esta temporada, en que se recuerda a los seres queridos que han fallecido, los cementerios se convierten en el punto de convergencia de familias, que acuden a visitar la última morada de sus afectos, así como de la sociedad en general.
No obstante, estos espacios son vestigios de la historia de la ciudad, no sólo por las vivencias lo que ahí yacen y de quienes los visitan, sino también de cómo se ha conformado al cuidad y los recintos funerarios.
Antiguamente, en el espacio que ahora ocupa el Centro Comercial Expo Plaza, se encontraba el Panteón San Marcos que fue uno de los primeros de la ciudad. Posteriormente, en lo que ahora es el Barrio del Encino, se construyó otro, a finales del siglo XVIII; y a mediados del siglo XIX, el de Guadalupe.
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La saturación de inhumaciones provocó graves problema de salud en la población, por lo que fue necesario un cementerio nuevo; y el entonces gobernador del estado, Ignacio T. Chávez, decretó el inicio de las obras.
Así, el Panteón de Los Ángeles entró en función en 1875. Sin embargo, no cualquier persona podía ser sepultada en este camposanto, pues estaba destinado solo para las clases media y alta.
Más de dos décadas después, en 1903, fue abierta el Panteón de La Cruz. La fachada, elaborada en cantera rosa, fue diseñada por el ilustre Refugio Reyes Rivas. Dada la cantidad de muertes que hubo durante la Revolución Mexicana, el cementerio fue ampliado en 1929. Este lugar ya contaba con fosas de tercera categoría.
Esta información puede consultarse en el libro De Muertos, Fiestas y Panteones, del maestro Vicente Esparza Jiménez.
En conjunto, el Panteón de Los Ángeles y el de La Cruz, son los más tradicionales y populares de Aguascalientes. No obstante, el de La Salud es el más antiguo, pues abrió sus puertas en 1776. Es el único en la ciudad que cuenta con una Rotonda de Hombres Ilustres, donde descansan los restos de Jesús Terán Peredo. También en este lugar, aunque no en la Rotonda, se encuentran los restos del historiador Don Alejandro Topete Del Valle.
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