Se cuenta que hace muchos años, existió una doncella llamada Malinalli, también conocida como Malintzin, la Malinche o Doña Marina.
Era hija de un cacique y según se dice, era «joven y hermosa», pero su padre al tener su primer hijo varón decidió deshacerse de ella, vendiéndola como esclava a un traficante maya.
De ahí aprendió el maya. Además, hablaba náhuatl, su lengua materna.
Durante la «Batalla de Centla», Hernán Cortés logró derrotar a los tabasqueños, y como regaló recibió a la Malinche, junto con otras 19 mujeres, algunas piezas de oro y un juego de mantas.
Así, Malinalli fue bautizada con el nombre de Marina, aprendió castellano, y se convirtió en la intérprete, asesora e intermediaria de Cortés con los pueblos indígenas mesoamericanos.
Su facilidad para hablar varias lenguas, la llevó a encargarse de enseñarle a Cortés las costumbres sociales y militares de los nativos, jugando de esta manera un rol importante en la conquista.
Marina pasaba mucho tiempo con Hernán Cortés, lo acompañaba durante sus viajes y expediciones, por lo que, pronto iniciaron un romance y llegaron a vivir juntos. Fruto de su amor, tuvieron un hijo, llamado Martín Cortés, quien es considerado uno de los primeros mestizos, pero no fue bien visto por los españoles.
Según algunos registros, la Malinche se enteró de varios planes indígenas para destruir el ejército español de Hernán Cortés, pero su amor y lealtad por él, la llevaron a alertarlo, y engañar a los indígenas con el fin de tenderles trampas y emboscarlos.
Tras la consumación de la conquista de Hernán Cortés al pueblo Azteca, la Malinche falleció presuntamente de viruela. Los nativos indígenas al enterarse de su trágico desenlace, irrumpieron en el campamento español y de esta manera recuperaron el cuerpo de Malintzin. Se cree que transportaron a la difunta Malinche a las faldas de la montaña que actualmente lleva su nombre, para enterrarla.
De la Malinche surgió la palabra malinchismo que, en México es utilizada para referirse a personas que prefieren un estilo de vida diferente a su cultura o una vida con influencias extranjeras.
Para muchos su actitud fue vista como una traición, otros la ven como una víctima, lo que es seguro, es que Doña Marina se convirtió en una madre simbólica de las nuevas culturas mestizas que surgirían, se convirtió en una leyenda que conecta dos mundos.
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