De entre los poemas escritos en lengua inglesa en el siglo XX La tierra baldía, de T.S. Eliot, es considerado por muchos críticosy lectores como “el poema moderno por antonomasia”. Esta idea también es compartida por el poeta y traductor mexicano Hernán Bravo Varela, quien acaba de publicar en el Fondo de Cultura Económica una nueva versión al español de aquellos versos que el año pasado cumplieron 100 años de ver la luz en el Reino Unido.
“T.S. Eliot es una de las referencias indiscutibles de la poesía moderna e incluso contemporánea. Es muy difícil pensar el curso de las exploraciones e investigaciones de aquella poesía, al menos en occidente, sin las muchísimas aportaciones que él hizo. En La tierra baldía todos los temblores del siglo XX se ven impecablemente reflejados.
“Estamos hablando de un poema que nos ayuda a comprender esa simultaneidad de la realidad, en la que hicieron hincapié él y Ezra Pound, donde conviven por igual las cotas más altas de la cultura, tanto orientales como occidentales, con voces populares y registros que antes eran difíciles de encontrar en el espacio de una página. Es un poema que dio aire y libertad a muchas de las preocupaciones estructurales y de sentido de la poesía del siglo XX en adelante”, explica Hernán Bravo Varela, en entrevista con El Sol de México.
El editor del Periódico de Poesía de la UNAM, menciona que uno de los principales motores de los traductores de obras canónicas es el no encontrar una traducción que los convenza y que los haga sentir el poema en su propia lengua:
“Yo estoy convencido de aquello que decía José Emilio Pacheco insistentemente, que cada generación necesita traducir a los clásicos, a su manera y en su muy particular modo. Para mí me era desconcertante ver cómo muchas de las traducciones que conozco de La tierra baldía ―desde la de Ángel Flores hasta la de Agustín Bartra o la de José Luis Rivas― ninguna terminaba por convencerme, en particular en cuanto a la alquimia que hace Eliot de moldes muy rigurosos con el verso libre. En este sentido, me parecía que eran hasta revisionistas, haciendo parecer que el poema encierra menos su lucha dramática entre el pasado y el presente, entre la forma y el fondo”, apunta.
Esta discusión, relata el también ensayista, la había compartido con el también traductor argentino Pablo Gingberg, quien publicó recientemente en Argentina una nueva traducción del poema. Ambos, desde caminos diferentes, pusieron atención a estas minucias rítmicas y tonales que son muy significativas, así como en los inevitables vocablos populares correspondientes a las variantes del español en sus respectivos países.
“Creo que sobre la tarea del traductor hay que pensar en eso que citaba Octavio Paz de Paul Valery, en su ensayo Literatura y literalidad, que dice que la traducción se trata de generar los mismos efectos del poema original, conservar su misma partitura, pero con medios análogos. Eso implica buenas dosis de recreación, pues estos detalles del poema dependen del sentido y cómo este se comunica. Así que esta traducción necesariamente tuvo que aterrizar en la prosodia castellana, y la manera en que nosotros entendemos nuestra modernidad y contemporaneidad a nivel de discurso”.
DIFUSIÓN DEL POEMA EN LENGUA ESPAÑOLA
Bravo Varela detalla que el libro, coedición con la Universidad del Claustro de Sor Juana, tiene un prólogo suyo donde presenta La tierra baldía a los nuevos lectores iberoamericanos. No se cuenta con la versión en inglés del texto, pues la publicación se pensó sólo para difusión del poema que se puede encontrar fácilmente en su idioma original para su cotejo.
Sin embargo, el traductor señala que sí se publicaron las notas que el mismo Eliot hizo a sus versos con algunas adiciones para dar contexto a los lectores y que todas las citas hechas por el autor en otros idiomas que aparecen como parte del poema también se tradujeron con la finalidad de proponer una lectura más ágil.