A finales del siglo XVIII terminó la construcción del templo de Guadalupe, ubicado en el Barrio del mismo nombre.
Este inmueble se convirtió, no sólo en un emblema de la fe de la población de aquél tiempo, sino que también marcó el inicio de una época donde la vocación comercial de la zona se consolidó.
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Entonces, esta zona era la entrada principal de los comerciantes que llegaban a la villa (que ya empezaba a urbanizarse), procedentes de Zacatecas y de sitios aledaños.
Muchos de estos comerciantes llegaban a la villa de manera transitoria. Sin embargo, otros descargan sus mercancías, pero adquirían otras para llevar de regreso a sus poblaciones. Esto implicaba la búsqueda de hospedaje. Fue así que surgieron los Mesones, que eran casonas donde llegaban los viajeros a descansar y pasar la noche.
Aunque existían varios en toda la villa, los más populares fueron los del Barrio de Guadalupe. Esto, debido a varios motivos: era la entrada a la ciudad, era un barrio de alfareros, se encontraba cerca de los mercados y espacios comerciales.
Entre los más reconocidos, se ubican el de La Providencia, el de Guadalupe, El Elefante y el de La Mulita, en donde, se dice, nació el escultor aguascalentense Jesús F. Contreras.
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Otro de los que se tiene registro, es el que se ubica en la esquina de la calle 05 de Mayo y calle Valentín Gómez Farías, y que era de los de mayor extensión. Actualmente alberga tiendas de ropa, con más de 100 locales comerciales.
Posteriormente, con el crecimiento de la ciudad y la consolidación de la urbanización, se construyeron hoteles, con lo que los mesones comenzaron a quedarse solos. Hoy, algunos funcionan como estacionamientos, otros más como tiendas o restaurantes.
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