En enero del año 1994, comenzó a escribir una de las historias más emblemáticas de Aguascalientes, cuando un empresario llamado Salvador López Monroy, decidió comprar una franquicia de fútbol profesional de segunda división.
Éste fue el primer equipo de fútbol profesional en el estado, conformado sólo por jugadores mexicanos, que tenían como sede el Estadio Municipal; un recinto sencillo, pero que con el paso de los años se convirtió en un lugar de culto.
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Aquí, semana a semana, los Gallos de Aguascalientes lograban reunir a un modesto grupo de aficionados, que al ver el desempeño de los jugadores, se convencieron de que tenían un verdadero equipo del pueblo.
Si bien, en sus inicios los resultados no fueron del todo favorables, el equipo logró llegar a la final del Torneo de Invierno de 1996, en la que cayeron ante el también desaparecido equipo de Bachilleres.
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Tan sólo un año después, vuelven a disputar la final, pero ahora contra los Delfines de Xalapa, a quienes superaron, logrando así su pase a la Primera División “A”.
Para el año 1998, el equipo ya se había reforzado con jugadores extranjeros y los efectos eran notorios en la cancha y en la tribuna, pues para entonces, el estadio lucía casi lleno en cada partido.
Tanto jugadores, como aficionados, acariciarían la gloria en diciembre del año 200, cuando el equipo conformado por Marco Antonio Cervantes, Miguel Larrosa, Héctor Giménez, Carlos Rivas, Jesús Cárdenas, Domingo “Mingo” Ramírez, Luciano Guiñazú, Germán Gords, Carlos Salcido, Osvaldo Sánchez, Rodolfo Espinoza y Mario Pérez, por mencionar sólo algunos, logró el campeonato en partido de vuelta ante los Reboceros de la Piedad, un domingo 17 de diciembre.
A su llegada a la ciudad, los Gallos de Aguascalientes encontraron a una afición volcada a celebrar su hazaña. Los jugadores se reunieron con sus fanáticos en Plaza de la Patria, donde la fiesta se prolongó por varias horas.
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Es que no era para menos, pues un puñado de hombres, que no cantidades exorbitantes de dinero, había jugado con el corazón, no sólo ese partido, sino todos los de los ochos años que duró el equipo en la ciudad.
Y es que, aunque pareciera que la historia de este equipo quedará sepultada debajo de lo que hoy es el Estadio Victorio, lo cierto que no habrá otro conjunto que haga lo que hicieron los Gallos de Aguascalientes: trascender más allá de lo deportivo, y convertirse en una auténtica leyenda del deporte en la entidad.
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Nunca habrá espacio suficiente para recordar los hechos, los personajes y los momentos que fueron protagonistas, pero vale la pena atizar la memoria, en este mes en que el equipo cumpliría 29 años de su creación.
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