Los orígenes de la halterofilia se remontan a la antigua Grecia, donde el levantamiento de pesas era una parte integral de los entrenamientos físicos de los atletas. Con el tiempo, esta práctica se extendió a otras civilizaciones, consolidándose como un componente esencial de los Juegos Olímpicos modernos desde su reinstauración en 1896.
Desde entonces, la halterofilia ha evolucionado significativamente en términos de técnicas, reglamentos y equipamiento, adaptándose a los estándares contemporáneos del deporte de alto rendimiento.
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La halterofilia moderna se divide principalmente en dos modalidades competitivas: Arranque: En esta fase, los atletas levantan la barra desde el suelo hasta por encima de la cabeza en un solo movimiento continuo. La técnica precisa y la explosividad son cruciales para superar las altas demandas de este levantamiento. Envión En esta fase, los atletas levantan la barra desde los hombros hasta por encima de la cabeza en dos movimientos separados: primero, un impulso desde los hombros y luego una recepción final. La estabilidad y el control son fundamentales para asegurar un levantamiento válido.
Ambas modalidades requieren una combinación única de fuerza máxima, velocidad y coordinación, desafiando a los halterófilos a superar sus límites personales en cada levantamiento
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