Continuando con lo relacionado al toreo en la segunda mitad del siglo XVIII, de acuerdo con lo que se describe la obra “La Fiesta Brava en México y en España” del historiador Heriberto Lanfranchi, se apunta que:
RECIBE LAS NOTICIAS DIRECTO EN TU CUENTA DE TELEGRAM, SUSCRÍBETE AQUÍ
“Gracias a una carta que el duque de Vanci le escribió a madame de Maintenon y en la cual da fe de la corrida celebrada en Bayona, Francia, el 4 de enero de 1701, festejo con el cual las autoridades de la ciudad y la nobleza española que especialmente había ido a dicha entidad, agasajaron al futuro Felipe V de España, así como gracias a la cartilla, anónima, descubierta en la biblioteca española de Osuna y que data de principios del siglo XVIII, se puede reconstruir una corrida de toros hacia 1700-1710.
Las suertes descritas coinciden, por lo que podemos considerar que a pesar de la falta de intercambio taurino entre los toreros de a pie de distintas regiones, éstos tenían muchos puntos en común.
Con la capa daban lances sacando el engaño por debajo o por arriba de la cabeza del toro, clavaban banderillas, de una en una o a pares, usaban un lienzo, primitiva muleta, que les servía de protección y defensa, y mataban al toro de estocadas muy parecidas a las actuales recibiendo o aguantando, es decir, dejando que el animal atacara, en lugar de ser el torero el que se arrojara sobre él.
La futura ordenación en tercios de las cuadrillas actuales estaba ya implícita en aquellas arcaicas lidias pedestres y la total organización del espectáculo se vislumbra, por lo cual nada tiene de extraño que en la segunda mitad del siglo XVIII y en el primer tercio del siglo XIX, todos aquellos juegos se amalgamaran y buscaran cierta coherencia entre sí que sirviera para el quebranto gradual del toro hasta la estocada final.
Muy importante es notar el uso de la primitiva muleta, pero es seguro que no todos los toreros la emplearían y que seguirían defendiéndose en el momento de dar la estocada o con su sombrero o con una capa enrollada en el brazo izquierdo, tal como era costumbre hacerlo en la época del toreo caballeresco y el empeño a pie.
Precisamente, muchos historiadores taurinos indican que fue el rondeño Francisco Romero quien inventó la muleta en el primer tercio del siglo XVIII, pero ello es poco probable y lo único que ha de haber hecho fue usarla sistemáticamente cada vez que estoqueaba un toro. La muleta sufrió cambios paulatinos y tan es así que a finales del siglo XVIII, la mayoría de los matadores seguían usando en lugar de una muleta especial, un capotillo doblado en dos y amarrado a un palo.
Importante debió ser la contribución de Francisco Romero en el empleo de la muleta, generalizando su uso y mostrando que gracias a ella se podía dominar con más facilidad a las temidas reses en el momento de la estocada, pero con toda seguridad no fue el inventor de este instrumento de la lidia. Es arriesgado dar nombres de inventores en una materia como la taurina que ha sufrido tantos cambios importantes durante siglos y, sobre todo, a principios del XVIII que es una época taurina muy confusa”.
Nuestra siguiente entrega estará integrada por datos y relatorías sobre el toreo en la segunda mitad del siglo XVIII y primer tercio del XIX.
DATO
Importante fue la contribución de Francisco Romero en el empleo de la muleta y mostrando que gracias a ella se podía dominar con más facilidad a las reses.