/ viernes 3 de abril de 2020

Lanzadas a caballo, frente a frente y al estribo

Los jinetes que realizaban estas suertes con el toro tenían una técnica, aunque se basaba más en la fuerza para utilizar la lanza para no quedar a merced de la bestia

Continuamos en este recorrido histórico sobre el origen de la tauromaquia en el continente americano a través de la nutritiva obra del analista Heriberto Lanfranchi en su tomo I de “La Fiesta Brava en México y en España”, ahora para recordar cuáles eran las dos maneras de realizar la lanzada a caballo, frente a frente y al estribo en el siglo XVI.

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“En la suerte frente a frente, el caballero hacía la herida en el lado izquierdo del cuello del toro. Cuando el animal empujaba con mayor furia, el caballero, apoyándose con todas sus fuerzas en la lanza, trataba de echarlo por delante del caballo y evitar que las cornadas dieran en el pecho del noble bruto. La situación era muy peligrosa, ya que si el jinete empujaba con demasiada fuerza podía romper la lanza y si por otro lado no lo hacía con bastante, los pitones del toro quedaban exactamente frente al pecho del caballo. Por su mismo peligro, esta manera de dar la lanzada fue la principal a principios del siglo XVI.

Por lo que se refiere a la suerte al estribo, el caballero se colocaba casi perpendicularmente al toro para herirle en el lado derecho del cuello. Mientras se apoyaba en la lanza, hacía avanzar su cabalgadura para que toro y caballo, al desviarse el uno del otro, no pudieran chocar, con lo cual el peligro era menor, mas no inexistente.

Algunos caballeros consideraban de más mérito dar la lanzada yendo a galope al encuentro del toro. La suerte era más vistosa, pero los accidentes eran también más frecuentes, pues a menudo el caballero no resistía el duro encontronazo y caía al suelo, solo o con su cabalgadura. Como encontrarse tirados en la arena fue considerado siempre por los jinetes una gran ofensa, debían incorporarse rápidamente, cuando las consecuencias de las caídas no eran trágicas y tenían la obligación de enfrentarse al toro en una suerte conocida como empeño a pie, suerte que les permitía recobrar el honor perdido”.

Precisamente de esa suerte del empeño a pie estaremos haciendo remembranza en nuestra siguiente entrega.

DATO

Las suertes de la lanzada a caballo frente a frente y al estribo tenían mucho peligro y para el caballero que cayera a la arena era una deshonra.

Continuamos en este recorrido histórico sobre el origen de la tauromaquia en el continente americano a través de la nutritiva obra del analista Heriberto Lanfranchi en su tomo I de “La Fiesta Brava en México y en España”, ahora para recordar cuáles eran las dos maneras de realizar la lanzada a caballo, frente a frente y al estribo en el siglo XVI.

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“En la suerte frente a frente, el caballero hacía la herida en el lado izquierdo del cuello del toro. Cuando el animal empujaba con mayor furia, el caballero, apoyándose con todas sus fuerzas en la lanza, trataba de echarlo por delante del caballo y evitar que las cornadas dieran en el pecho del noble bruto. La situación era muy peligrosa, ya que si el jinete empujaba con demasiada fuerza podía romper la lanza y si por otro lado no lo hacía con bastante, los pitones del toro quedaban exactamente frente al pecho del caballo. Por su mismo peligro, esta manera de dar la lanzada fue la principal a principios del siglo XVI.

Por lo que se refiere a la suerte al estribo, el caballero se colocaba casi perpendicularmente al toro para herirle en el lado derecho del cuello. Mientras se apoyaba en la lanza, hacía avanzar su cabalgadura para que toro y caballo, al desviarse el uno del otro, no pudieran chocar, con lo cual el peligro era menor, mas no inexistente.

Algunos caballeros consideraban de más mérito dar la lanzada yendo a galope al encuentro del toro. La suerte era más vistosa, pero los accidentes eran también más frecuentes, pues a menudo el caballero no resistía el duro encontronazo y caía al suelo, solo o con su cabalgadura. Como encontrarse tirados en la arena fue considerado siempre por los jinetes una gran ofensa, debían incorporarse rápidamente, cuando las consecuencias de las caídas no eran trágicas y tenían la obligación de enfrentarse al toro en una suerte conocida como empeño a pie, suerte que les permitía recobrar el honor perdido”.

Precisamente de esa suerte del empeño a pie estaremos haciendo remembranza en nuestra siguiente entrega.

DATO

Las suertes de la lanzada a caballo frente a frente y al estribo tenían mucho peligro y para el caballero que cayera a la arena era una deshonra.

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