Desde Toledo, España, informa el portal Cultoro que este lunes 12 de octubre de 2020 volvieron los toros al coso toledano con una corrida mixta en la que Saúl Jiménez Fortes y el mexicano Ernesto Javier “Calita” se enfrentaron a toros de Alcurrucén y el novillero Tomás Rufo hizo lo propio con utreros de El Cortijillo.
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Tuvo compás y técnica el saludo de “Calita” al serio castaño que fue primero, apretado de carnes y humillador en los embroques. Celebradísimo fue el quite por chicuelinas caminándole del mexicano para poner en suerte a un toro que siempre quería empujar la tela con nobleza. Lo vio tan pronto “Calita” que comenzó a exigir demasiado pronto y se vino un poco abajo el fuelle del de Alcurrucén. Antes ya había dejado una serie rotundísima con la diestra y una más ayudada, conduciendo con profundidad la excelsa clase del animal. Y fue una lástima, porque anduvo firme el mexicano, ofreciendo muslos y pecho con valor sereno, pero sin alardes, dejando claro qué era lo que quedaba en el fondo del astado. Cayó baja la espada y todo lo ganado se perdió en el error. Silencio.
Tremenda era también la estampa del segundo, toro de gran trapío que se mostró más frío y menos repetidor que el anterior. Sólo un galleo de Fortes para colocarlo al caballo mostró las condiciones del animal, más tendiente a desentenderse. Y pronto le firmó el armisticio a un Fortes que no se quiso dar por rendido. Recorrido escaso y poco interés en acudir era lo que enseñaba el de Alcurrucén. Firmeza de planta, seguridad en la muñeca y afán por superar esa condición eran las armas del malagueño. Y sobresalió al natural, enfrontilado sin trampa, sin adelantar el trapo, pero aprovechando todo el tramo que caminaba el toro para componer el muletazo. Siempre vertical, de verdad, pese a la escasa condición del toro, sin ligar, pero siempre profundizando al máximo en el trazo. Macizo Fortes hasta la estocada contundente, lo que le valió una oreja.
El utrero qué hizo tercero quiso comerse el capote embistiendo más con las manos que con los pitones, pero no le importó a Rufo, que lo saludó con seguridad en las verónicas y el compás a la hora de abrochar ese primer encuentro. A la espalda se echó el percal para firmar por gaoneras el valeroso quite, pasándose siempre cerca al de El Cortijillo. Fue mucha la facilidad con la que se acopló Tomás al colorado, al que recibió de rodillas sin mermar un ápice el recorrido del animal. Muy vertical luego, encajado y rotundo, con una tremenda superioridad sobre su oponente, como si se le quedase cortó el utrero ya. Se dobló con él exigiendo en el trazo el manchego, con la plaza rugiendo, ya metida en la faena, para concederle esas dos orejas que certificó la gran estocada.
También el cuarto tenía estampa y también desarrolló clase en las manos de “Calita”, que le buscó la media distancia para aprovecharle más los viajes. Y lo hizo de forma intensa, a la mexicana, sin quitarle la muleta del morro al animal, con cierto arrebato a un animal que tuvo ciertos momentos que marcaba a tablas. Y lo hizo durante toda la faena, incluso después de embestir con clase y con empuje en la muleta del mexicano, que lo aprovechó mientras logró sujetarlo en los medios. Efectiva fue la estocada que recetó “Calita”, que fue suficiente para pasear un trofeo.
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Mucha quietud tuvo Fortes para saludar al quinto, otro toro imponente que tuvo clase y recorrido. Las virtudes las aprovechó Saúl en un inicio de gran poso, con la muleta volando templada a diestras y el tendido vibrando. Tanto, de hecho, que la duración del toro lo notó, y comenzó a dejar la mirada por dentro y parones de aburrimiento y poca raza, a pesar de la calidad que mostró en los primeros compases. Muy aplomado siempre el malagueño, fue viendo cómo salía el animal de los embroques con la cara natural, acusando la exigencia del toreo de Fortes y su compromiso siempre con el ajuste. Muy derecho se tiró a matar, logrando la estocada que le daba la segunda oreja de la tarde.
Y el novillo que cerraba plaza se mostró remiso a la embestida, pero le importó poco a Tomás Rufo, quien le echó el capote al de El Cortijillo como si fuera bueno para asentarse sobre las plantas. Lástima que luego no se emplease con la misma bravura, porque fue mucho más la decisión y el asiento de Tomás, quien soportó impávido las miradas por dentro, dominando siempre, pisando el sitio por convicción, no por inconsciencia de novillero. Terminó rajándose el novillo, pero a la puerta de chiqueros se fue Rufo para exprimirlo hasta la estocada corta y perpendicular que concluyó con la tarde y con una ovación para cerrar.
FICHA: Plaza de toros de Toledo. Corrida de La Hispanidad. Festejo mixto. Cuatro toros de Alcurrucén, de extraordinaria presencia y tremendo trapío, y dos novillos de El Cortijillo, de idéntica valoración.
El mexicano Ernesto Javier “Calita”: Silencio y una oreja.
Saúl Jiménez Fortes: Una oreja y una oreja.
El novillero Tomás Rufo: Dos orejas y ovación.
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