La experiencia de estar en las alturas no deja de ser un tema que genere controversias o charlas interesantes, pues un viaje en avión parece divertido para unas personas, pero terrorífico para otras; cada quién tendrá sus motivos.
Pero te preguntarás, ¿es posible que de una tripulación de 93 personas una de ellas sea la única en sobrevivir? Te contamos más sobre la historia de Juliane Koepcke y su odisea que la ha llevado hoy en día a seguir relatando el sucedo.
Fue el 24 de diciembre de 1971 cuando Juliana (quien en ese entonces tenía 17 años) y su madre María estaban a punto de comenzar sus vacaciones de Navidad. Se habían dirigido al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en Lima, Perú donde abordaron el vuelo 508 de LANSA, una aerolínea peruana cuyo destino era la ciudad de Iquitos, una ciudad en la selva amazónica.
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Todo parecía en orden, el vuelo se encontraba en condiciones óptimas que le aseguraban a sus 93 pasajeros una experiencia plena; sin embargo, todo cambió cuando el avión se vio envuelto en una tormenta eléctrica severa que incendió el tanque de combustible; ocasionando que en, en cuestión de segundos, éste se desintegrara en el aire, provocando que Juliane, quien estaba sentada en el asiento junto a la ventana, y con su cinturón de seguridad puesto, fuera lanzada sobre árboles y ramas que amortiguaron su impacto contra el suelo.
Tan solo bastaron 3 horas en que ella estuvo inconsciente para despertar en la mañana siguiente y percatarse que alrededor de ella solo había cuerpos, restos del avión y mucho humo que envolvía maletas y ropa de los tripulantes.
Me desperté sentada en el mismo asiento, como iniciando otro viaje pero, esta vez, al infierno. Había tres cuerpos a mi alrededor, creía que se trataba de una pesadilla y me volví a dormir por unos instantes.Juliane Koepcke, sobreviviente del vuelo 508 de LANSA
Con tan solo un corte en su brazo, una herida en su hombro y una clavícula rota, la mujer pasó los siguientes 11 días buscando ayuda y sobreviviendo a base de consejos de su padre, quien años atrás le había enseñado a orientarse en un lugar desconocido. Nadando entre ríos, soportando climas calurosos y fríos, y esquivando animales o insectos peligrosos, Juliane pudo ser rescatada por unos cazadores que la encontraron dentro de una de sus chozas que usaban como refugio.
Al ser llevada para recibir atención médica, ella pudo darles referencias exactas del lugar del accidente a las autoridades, donde se empezaron a esclarecer los hechos y confirmando el fallecimiento del resto de los pasajeros. Tiempo después del accidente, Juliane se trasladó a Alemania, donde se recuperó totalmente de sus heridas y continuó sus estudios, obteniendo su título en zoología y biología en 1987.
Hoy en día, su participación en el accidente la hicieron acreedora a una película y un documental que relata su odisea de supervivencia en la selva, siendo un dato curioso que el director a cargo documental llamado Werner Herzog, estuvo a punto de abordar el mismo vuelo, suceso que se vio interrumpido tras una demora en su casa.
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