La temporada decembrina ya llegó, y como es tradición, se dejan en las calles, comercios y algunas viviendas, decoraciones hechas con la flor de Nochebuena.
Esta belleza natural se ha convertido en un símbolo, y de los más representativos, de las fiestas navideñas. Es, precisamente, durante esta época del año, a finales del mes de noviembre para ser exactos, en que florean y dejan ver su extraordinario encanto, con ese rojo vibrante que la caracteriza, aunque también se pueden encontrar en diversas tonalidades.
Como es costumbre del pueblo mexicano, cuando se trata de sus tesoros culturales, suele enriquecerlos con historias fantásticas, como parte de su tradición oral.
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La flor conocida también con el vocablo náhuatl “Cuetlaxóchitl”, que significa “flor color de fuego”, no es la excepción, pues hay una leyenda, surgida en el sur de México, que habla sobre su nacimiento, presentándola como un regalo para el niño Jesús.
La historia cuenta que una niña humilde del estado de Guerrero, llamada Mixtli, se sentía triste y avergonzada, porque no tenía qué presentar como ofrenda al Niño Jesús, para cumplir con la tradición de su pueblo, de llevar una ofrenda a la iglesia, en la víspera de Navidad, como un regalo para el recién nacido niño Jesús.
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Los recursos en su casa escaseaban, y la situación se agravó, luego que su padre perdió su trabajo. Aún así, decidió acudir al templo, para dar la bienvenida al niño Jesús, pero en su propósito de no entrar con las manos vacías, decidió tomar entre sus manos un ramo de hierbas silvestres que encontró en el camino.
Para su asombro, y el de los demás feligreses, repentinamente las verdes hojas de las plantas se tornaron en rojo vivo, haciendo de éstas, las flores más bellas que cualquiera de ellos hubiese visto. Fue así que esta flor recibió el nombre de “Nochebuena”.
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Hay otras narraciones que aseguran que fue el emperador Moctezuma quien la descubrió en una colina, también del sur de México, y la recogió para llevarla a los jardines de su palacio. Ahí, los cultivadores fueron quienes la preservaron, pues quedaron encantados de su vivo color, y fueron ellos quienes la llamaron “Flor de Fuego”.
Actualmente, en México existen más de 20 variedades, con colores en rojo, blanco, amarillo y rosado, que han ganado admiradores en Estados Unidos, toda Europa y gran parte de Asia.
Es considerada patrimonio natural y cultural mexicano, y sus principales productores son los estados de Morelos, Puebla, Michoacán y Ciudad de México.
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