En las actividades matutinas de muchas personas en todo el mundo es común que una taza de café abra las puertas hacia un camino de motivación y estabilidad emocional, en el que empezar un nuevo día de escuela o de trabajo será un tema. Tan solo basta un sorbo para que en un santiamén sientas cómo el calor te envuelve, mezclándose con un sabor que puede ser tanto suave y dulce como intenso y robusto.
El café se puede tomar de diversas formas, y es a criterio de cada quién cómo desea disfrutarlo, es por eso que éste suele ser bebido en alguna taza, sin importar el tamaño o color, en el que se pueda sentir su rica temperatura calientita entre las manos.
De repente, un día se te olvida servir ese café en alguna taza que consideras tu favorita, sacas de la alacena una taza distinta, lo bebes y tu paladar siente un sabor distinto que no es el que te encanta. ¿A qué se debe que el café tenga otro sabor en diferentes tazas?
Hay que entender inicialmente que los motivos de este curioso suceso no recaen exactamente en el recipiente, pues aspectos como el material, la forma, el tamaño; la temperatura ambiental, así como nuestro mismo paladar pueden interferir en la forma en que degustamos un café.
El material más utilizado para elaborar tazas es la porcelana, ya que tiene esa capacidad de perder temperaturas altas a una velocidad mucho más lenta que otros materiales, manteniendo así nuestra bebida a una temperatura apropiada durante cierto tiempo. Gracias a este material, podemos apreciar más la escala de matices aromáticos y de sabores adecuadamente para disfrutarlos como realmente debe ser.
En cambio, si el café es servido en alguna taza hecha de vidrio templado, es importante mantener la temperatura del mismo por arriba de los 50 C, ya que según investigadores el sabor del café tiende a perderse o a ser difícil de detectar cuando la temperatura está por debajo de la mencionada.
Otro tipo de tazas que suelen afectar el sabor del café son las de acero inoxidable, ya que éstas suelen absorber aceitas residuales del café, ocasionando que se generen ciertos sabores amargos parecidos al de un metal.
Por otra parte, y aunque no lo creas, la forma de la taza también interfiere en el sabor del mismo, ya que con un espacio de cabeza grande, la intensidad aromática percibida por nuestra nariz es mayor, es decir, nuestro olfato se llena del aroma del café más fácilmente con un recipiente de boca ancha. Si nos fijamos en el área de la superficie del líquido, cuanto más grande sea ésta, mayor será el grado de exposición al aire, y esto implica también mayor oxidación; si el grado de oxidación es más bajo (tazas estrechas o pequeñas), resultará potenciada la acidez.
Además, hay que tomar en cuenta aspectos como la salud, ya que si nos encontramos enfermos de gripe o alguna otra enfermedad respiratoria que haga que nuestro paladar no rinda con su trabajo, el sabor del café no estará presente en lo absoluto.
Finalmente, también es importante destacar que para disfrutar de un buen café depende de nuestras manos, pues cada quién tiene una forma distinta de preparar la bebida; lo que es cierto, es que siempre se deben de seguir las indicaciones al pie de la letra sobre cómo prepararlo y servirlo. La elección de tazas siempre será libre, el punto es encontrar esa taza ideal en la que el sabor del café tenga ese brillo que necesitas para disfrutar del día.
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