Vivimos en un mundo en el que no estamos exentos de ser víctimas de alguna situación que ponga en riesgo nuestra vida. Hay niveles de peligro que entre más altos sean, un pie incluso a la muerte está a tan solo un par de centímetros de nosotros.
No importa qué edad, ocupación y estatus social tengamos, pues si una persona no se siente cómodo con nuestra presencia o con algunas acciones que se lleven a cabo de forma cotidiana, nos introducimos en un camino de vulnerabilidad sin salida.
Es común que los empresarios sean los objetivos principales para llevar a cabo un robo o cualquier acto delictivo que beneficie a los responsables de ello, y es que la familia de un éxitoso empresario en Japón no se salvó de formar parte de esta lista, al ser el platillo principal del menú de una "bestia" a la que apodaron: "El Monstruo de las 21 Caras"
El inicio de esta historia se remonta en marzo de 1984 en la Prefectura de Ibaraki, Japón, la cual es famosa por su paisaje variado, que incluye montañas, ríos y costas, así como sus vastos campos de flores especialmente las nemofilas que florecen en primavera.
Eran alrededor las 9 de la noche cuando dos personas enmascaradas, con gorras y fuertemente armadas entraron a la casa de Katsuhisa Ezaki, presidente de Glico, una de las empresas dedicadas a la fabricación de dulces y caramelos más conocidas de Japón. Antes de ingresar al domicilio, los dos extraños habían forzado la entrada a la casa de la madre de Ezaki, quien vivía a un lado, la ataron y posteriormente tomaron la llave de la casa principal del presidente.
Cuando llegaron a una de las zonas de descanso de la familia, los enmascarados ataron a la esposa de Ezaki al igual que a su hija. Ellas, pensando que se trataba de un simple robo, intentaron negociar su libertad a cambio de dinero, pero ambos hombres lo rechazaron.
Como parte de su plan, los enmascarados cortaron las líneas telefónicas y se dispusieron a buscar al resto de la familia, quienes estaban resguardados en uno de los baños. Al ver que Ezaki se encontraba con sus hijos, lo amenazaron con quitarle la vida si gritaba por ayuda. Cuando las cosas se calmaron, lo ataron también y lo llevaron a uno de los almacenes de su casa.
Fueron varios días de agonía los que vivió esta familia hasta que tres días después del incidente, en un descuido por parte de los sospechosos, quienes habían pedido inicialmente mil millones de yenes y 100 kilogramos en lingotes de oro para su liberación, Ezaki logró escapar del almacén en compañía de su familia.
Si bien se reportó a las autoridades este increíble hecho, las extorsiones hacia el presidente de Glico no terminaron, ya que posteriormente Ezaki comenzó a ser testigo de cómo varios autos eran incendiados en el estacionamiento de su empresa, además de haber recibido un contenedor con ácido hidroclórico y una carta amenazante.
Más cartas continuaron llegando a su pobre destinatario a lo largo de meses bajo el seudónimo de “El Monstruo de las 21 Caras”, quién empezó a circular la noticia de que supuestamente los dulces de Glico habían sido cubiertos con cianuro de potasio. Esto ocasionó que la empresa retirara gran parte de sus productos de las tiendas, sufriendo una pérdida de 21 millones de dólares, así como el despido de más de 500 empleados.
Hasta este punto, las autoridades desconocían la verdadera identidad del Monstruo de las 21 caras, quien continuaba mandando cartas, burlándose del “poco esfuerzo” que se realizaba por dar con su paradero, pero también amenazando con colocar productos intoxicados en las tiendas de dulces.
Queridos y tontos oficiales de policía. No mientan. Todos los crímenes comienzan con una mentira como decimos en Japón. ¿No lo saben?Monstruo de las 21 caras
Si bien su plan parecía ser muy meticuloso, la cámara de seguridad de una de esas tiendas captó a un hombre alterando la mercancía, lo que dedujo a la policía que se trataba del misterioso monstruo, sin embargo solo les quedaba obtener más información sobre él.
Las cosas se calmaron para la familia Ezaki, recibiendo una última carta, en la que el monstruo se disculpaba por haberlos aterrorizado, pero informando que ahora sus objetivos era las compañías alimenticias Marudai Ham y House Foods Corporation. Al ver que el caso se estaba saliendo de control, la policía ideó un plan para atrapar al sospechoso, permitiendo que una de estas empresas hiciera negocio con el responsable, y disfrazando a uno de sus elementos como empleado de la empresa.
Cuando se citaron con el monstruo, éste le pidió acatar las reglas para finalmente huir de allí, no sin antes haber dejado una descripción física, pues según el policía, se trataba de un hombre de complexión grande, fornido, con lentes de sol y con ojos muy parecidos a los de un zorro.
Fueron varios meses más en los que la policía trató de dar con el paradero de este hombre, y a pesar de que otras empresas fueron víctimas de su juego, el hombre jamás fue atrapado, ganándose el apodo de "El Monstruo de las 21 Caras" al citarse en cada negociación con una vestimenta que lo hacía verse diferente.
Tras un par de años más extorsionando empresas para obtener enormes beneficios, el Monstruo desapareció dejando una última carta que resalta su astucia por haber realizado sus actos: "Qué han estado haciendo en un año y cinco meses? No dejen que los chicos malos como nosotros se salgan con la suya. Hay más tontos que quieren copiarnos"
Al tener el retrato hablado del hombre que se encontró con uno de los policías en la negociación, esta se había difundido dando con un responsable: Manabu Miyazaki, quien según la policía tenía un alto historial que lo vinculaba con el caso de estas empresas; sin embargo, tras no tener las pruebas suficientes para declararlo como El Monstruo de las 21 Caras, éste quedó libre, dejando aún el misterio sobre quién era realmente este hombre que puso la vida de cabeza de muchas empresas japonesas que hasta la fecha no han tenido justicia.
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