La noche del Día de Reyes es una noche en donde se mezclan emociones y sentimientos. Por un lado, la nostalgia de dejar atrás el encanto de la época navideña, pues marca el fin de este temporada navideña; por otro, la ilusión que trae consigo la llegada de los Reyes Magos.
Los más pequeños, despertarán con la emoción de descubrir qué dejaron los Reyes en sus zapatos, si es que se portaron bien durante todo el año; los más grandes, seguramente disfrutarán de saborear un delicioso chocolate calientito, para acompañar el pedazo de rosca que han cortado, siempre y cuando no aparezca “el niño” dentro, que los sentenciará a pagar los tamales el próximo 02 de febrero, Día de la Candelaria.
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Además de un sabor inigualable y de la riqueza cultural que la envuelve, al ser elaborada por los artesanos panaderos con la mejor calidad, la Rosca de Reyes también posee un rico simbolismo, fundamentado en la historia de la Epifanía del Señor, cuando los magos Melchor, Gaspar y Baltazar, llegaron hasta Belén para adorar a Jesús recién nacido, guiados por la estrella en el oriente.
Este manjar, elaborado con azúcar, sal, mantequilla, huevo, harina, canela y esencia de naranja, está lleno de simbolismo y tradición, pues cada una de sus características posee en significado. Por ejemplo, su forma circular representa el infinito amor de Dios; los muñecos ocultos en su interior, simbolizan la huida de José y María, para esconder al Niño Jesús del Rey Herodes, quien había ordenado la matanza de todos los niños menores de dos años; y las decoraciones con ate, higo, cereza y otras frutas, son suponen paz, amor y armonía.
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