Con el inicio del Adviento, familias de todo el mundo se preparan espiritualmente para el nacimiento de Jesucristo. La corona de Adviento es uno de los símbolos más destacados de este tiempo litúrgico, recordando a los fieles la importancia de la esperanza y la unidad en la espera del Salvador.
Un círculo de eternidad
El diseño de la corona de Adviento no es casual. Su forma circular, sin principio ni fin, representa la eternidad de Dios, la inmortalidad del alma y la promesa de vida eterna en Cristo. Las ramas de hoja perenne que la adornan simbolizan la esperanza y la vida en medio del invierno espiritual, recordándonos que en Dios nunca hay decadencia.
Incluso los árboles que componen la corona tienen su propio simbolismo: el pino sugiere inmortalidad, el laurel representa la victoria sobre el pecado y la muerte, y el cedro, la fortaleza y la curación.
Velas que iluminan el camino
La corona incluye cuatro velas, una para cada semana de Adviento. Tres de ellas son de color morado, símbolo de penitencia y reflexión, mientras que la cuarta, de color rosa, se enciende en el tercer domingo, conocido como Gaudete, para expresar alegría por la cercanía de la Navidad. En algunos casos, se añade una vela blanca al centro, encendida el día de Navidad, para representar la pureza y luz de Cristo.
Cada vela tiene un significado especial:
Esperanza: El primer domingo se enciende la vela de la esperanza, recordando las promesas de salvación de Dios.
Paz: La segunda vela invita a la reconciliación y la paz en los corazones.
Alegría: El tercer domingo, con la vela rosa, se celebra la alegría de la espera cumplida.
Amor: La última vela representa el amor incondicional de Dios manifestado en el nacimiento de Jesús.
Un acto de bendición y unidad familiar
La bendición de la corona suele realizarse el primer domingo de Adviento o la noche anterior, ya sea en una iglesia o en el hogar. Este acto no necesariamente requiere de un sacerdote, pues puede ser guiado por un padre o cualquier miembro de la familia. Si no es posible realizar esta bendición en la fecha indicada, no hay motivo de preocupación; puede llevarse a cabo en otro momento sin que ello pierda su significado.
El encendido de las velas, acompañado de una breve oración o reflexión, se convierte en un momento de unión familiar y espiritual. En muchas casas, la corona es el centro de reuniones semanales que preparan el corazón de sus integrantes para recibir la llegada de Cristo.
Una tradición que se reinventa
Aunque tradicionalmente se elaboran con ramas naturales, hoy en día las coronas pueden adaptarse a los estilos y materiales disponibles, conservando su simbolismo esencial. Desde arreglos minimalistas hasta diseños más elaborados, la corona sigue siendo un recordatorio constante de la preparación interior que exige el Adviento.
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