La alimentación de los mexicanos ha tenido diversas variables, considerando el antes y después del “Descubrimiento de America” y la Lucha de Independencia
Cada año, el 16 de septiembre marca una celebración llena de alegría y tradición en México, donde las familias se reúnen para conmemorar la independencia del país. Este día, además de los fuegos artificiales y las festividades, destaca la presencia de una rica tradición gastronómica que forma parte integral de nuestra identidad.
La madrugada del 16 de septiembre de 1810, el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, mientras compartía una taza de chocolate con sus compatriotas, emitió el famoso Grito de Dolores, llamando a la rebelión contra el dominio español.
El chocolate, uno de los más preciados legados de México, simboliza no solo nuestra historia, sino también la influencia de nuestros antepasados en la cultura alimentaria global.
La llegada de los colonizadores españoles alteró profundamente las prácticas culinarias en Mesoamérica. Los nuevos ingredientes y técnicas que introdujeron se fusionaron con las tradiciones locales, dando lugar a innovaciones como los "chiles en nogada".
Este platillo es una adaptación de los antiguos "chiles militares", servidos con carne picada y acompañados de duraznos y peras sobre un caldillo de jitomate. Así, la gastronomía mexicana comenzó a reflejar una mezcla de sabores y tradiciones que se consolidaron a lo largo de los siglos.
En la época de la independencia, la dieta de los mexicanos variaba según su estatus social. Los mestizos e indígenas mantenían una dieta basada en la milpa, que incluía chile, maíz, frijol y calabaza.
Por otro lado, la clase mestiza disfrutaba de una dieta más diversa y lujosa, que comenzaba con chocolate o atole en el desayuno, seguida de guisados de carne y frijoles al almuerzo, y platos como mole o caldo de gallina para la comida principal. Los tamales, otro manjar mexicano, eran un clásico en los desayunos de boda, destacando su evolución con la incorporación de la manteca de cerdo para hacer la masa más suave.
El recetario de "La Nueva España de 1817" ofrece un vistazo a la variedad culinaria de la época, proporcionando consejos sobre la preparación de alimentos y el uso de utensilios. Aunque el movimiento de independencia trajo numerosos cambios, las celebraciones y la gastronomía continuaron siendo un elemento fundamental de la vida cotidiana.
Las casas y mercados, siempre animados por el calor del fogón, reunían a las familias en torno a la mesa para mantener vivas las tradiciones. Así, la independencia no solo marcó un nuevo capítulo en la historia de México, sino también en la rica herencia culinaria del país.
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