La necesidad de encontrar un lugar adecuado para depositar los restos de los fallecidos, motivó la creación de los cementerios en la República Mexicana, en la segunda mitad del siglo XIX.
Esto, entre otras causas, debido a que después de cierto tiempo, los cuerpos en descomposición se mezclaban con la tierra, y de ella emanaban olores muy desagradables.
Éste fue, precisamente, uno de los argumentos para que el Panteón de Guadalupe, fuera clausurado. Se ubicaba en lo que hoy es el Jardín, en el Barrio del mismo nombre, así como parte de la Escuela Primera Manuel Pérez Treviño. Fue cerrado definitivamente en 1875, y se dio paso a la construcción del Panteón de los Ángeles.
Otro panteón que ya no existe, actualmente, era el de San Marcos, ubicado en el terreno que hoy ocupa el casi abandonado Centro Comercial Expo Plaza. Lo mismo sucedió con el panteón del Encino.
En estos tres ejemplos, coinciden los nombres de los camposantos con los que se las parroquias aledañas. Esto se debía a que, en aquella época, se acostumbra sepultar a los muertos cerca de las iglesias. Cada una de las parroquias tenía su propio cementerio.
Otro panteón del que no se tiene registro, ni de nombre o ubicación, es el que pudo ubicarse en la actual Escuela Primaria Lic. Francisco Primo Verdad; pues en lo que ahora es el Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial (Cecati) No 164, en el centro de la ciudad, se encontraba el Hospital San Juan de Dios. A un costado, se ubicó el templo también llamado San Juan de Dios, que hoy se conoce como San José.
Lo que sugiere que ahí hubo un cementerio, es el relato de algunos trabajadores de la escuela que compartieron que, hace años, al realizar trabajo de mantenimiento en el patio, debieron excavar a cierta profundidad y encontraron algunas osamentas, así como los espacios que, presuntamente, eran las bóvedas de las sepulturas.
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