No existe una sola fiesta popular mexicana en la que no haya papel picado de vivos colores, y con formas caprichosas y representativas de nuestra cultura.
Esto se debe a que, para celebración, los motivos se pueden plasmar de manera libre y casi ilimitada, en estos lienzos que tiene una historia de poco más de 100 años.
Es una artesanía mexicana que tiene su origen en las tiendas de raya de Puebla, a finales del siglo XIX. Esta técnica consiste en crear figuras en el papel, con cortes precisos que dan forma a las imágenes que desean presentarse. Una de sus principales características son los colores intensos de los lienzos.
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Particularmente, en la Celebración del Día de Muertos, estos colores adquieren un significado especial, sobre todo si se coloca en las ofrendas a los fieles difuntos. Por ejemplo, el negro representa la muerte o el inframundo; el morado, el luto por la pérdida del ser querido; el blanco, la pureza; el naranja, además de ser una referencia a la flor de cempasúchil, también se dice que es el color que distinguen las almas que vienen de visita en ese día; el rojo, la sangre; el amarillo, para los difuntos ancianos; y el verde, para quienes murieron siendo aún jóvenes.
No obstante, cada persona puede dar un simbolismo distinto a cada tonalidad, basándose incluso, en los colores favoritos de aquel se al que dedica la ofrenda.
Originalmente, esta artesanía se elaboraba en papel; sin embargo, actualmente se pueden encontrar en plástico y hasta textiles.
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