México se destaca como el único país en América Latina que ha implementado un programa integral de detección temprana del cáncer de próstata, proporcionando una evaluación nutricional, psicológica y física de los pacientes, estudios de laboratorio y un tratamiento completo en todas las etapas de la enfermedad.
El sedentarismo y los antecedentes familiares son factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer de próstata, por lo que las revisiones médicas y los exámenes regulares son fundamentales, especialmente a partir de los 40 años.
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Las pruebas de antígeno prostático y el tacto rectal desempeñan un papel crucial en la detección temprana, lo que puede marcar la diferencia entre una recuperación exitosa y un pronóstico potencialmente fatal.
Es importante destacar que, en la mayoría de los casos, este tipo de cáncer se manifiesta después de los 50 años y suele ser asintomático en sus etapas iniciales, lo que brinda una ventana de oportunidad para su diagnóstico temprano.
Se desarrolla en cuatro etapas distintas:
- En la primera etapa, es prácticamente indetectable y solo puede identificarse mediante pruebas de antígeno prostático
- En la segunda etapa, se puede percibir con autoexploración
- En la tercera etapa, el cáncer abarca la totalidad de la próstata y se extiende más allá de su área
- En la última etapa, invade otras partes del cuerpo, como el recto, la vejiga o el hueso
El tratamiento varía según la etapa en la que se detecte el cáncer. En las primeras dos etapas, se pueden emplear cirugías abiertas o técnicas de mínima invasión, como la laparoscopia pura o asistida con un robot.
En la tercera etapa, además de la cirugía, se pueden utilizar radioterapia y hormonoterapia, y en la cuarta etapa, se aplican cirugía, radioterapia, hormonoterapia y quimioterapia.
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