Las infecciones vaginales son un problema de salud común que afecta a muchas mujeres en algún momento de sus vidas. Las tres infecciones más comunes son la vaginosis bacteriana, la candidiasis y la tricomoniasis, cada una con sus causas y tratamientos específicos.
Esta infección se origina por un desequilibrio en las bacterias normales de la vagina. Se caracteriza por un flujo delgado y grisáceo con olor a pescado. Factores como el uso de duchas vaginales, un cambio en la pareja sexual o la falta de protección en las relaciones sexuales pueden aumentar el riesgo.
El tratamiento generalmente incluye antibióticos como metronidazol o clindamicina, ya sea en gel o en tabletas.
Candidiasis vaginal: esta infección es causada por el crecimiento excesivo del hongo Candida albicans, que vive de forma natural en el cuerpo. La candidiasis produce síntomas como picazón, enrojecimiento y un flujo blanco y espeso. El uso de antibióticos, el embarazo o enfermedades que debilitan el sistema inmunológico pueden desencadenar su aparición.
Los antifúngicos, disponibles en forma de cremas o pastillas, como el clotrimazol o el fluconazol, son efectivos para tratar la candidiasis.
Tricomoniasis: es una infección de transmisión sexual causada por el parásito Trichomonas vaginalis. Los síntomas incluyen flujo amarillento o verdoso con mal olor, además de irritación o picazón vaginal. El sexo sin protección es la principal vía de transmisión. El tratamiento habitual es con antibióticos como metronidazol o tinidazol, administrados en una dosis única o en un ciclo de varios días.
Para reducir el riesgo de infecciones vaginales, se recomienda evitar las duchas vaginales, utilizar ropa interior de algodón, mantener la zona genital seca y practicar sexo seguro utilizando preservativos.
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