El brazo derecho de la mayoría de los seres humanos, principalmente de los mexicanos, está marcada con una cicatriz generada por la vacuna BGC, que previene la tuberculosis, lepra y úlcera de Buruli.
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Esta inyección se aplica durante los primeros 10 días de nacido; se compone de bacterias de tuberculosis vivas pero atenuadas, que vuelven inmune al organismo de las enfermedades anteriormente mencionadas.
El 95% de la población a la que le fue aplicada la vacuna mantiene la cicatriz, ya que el cuerpo reacciona con una úlcera que no requiere tratamiento; el proceso de sanación es de dos a cinco semanas, es poco común presentar reacciones adversas, sin embargo, si éstas aparecen, es porque no se aplicó de buena forma o no se realizó una limpieza adecuada.
Es importante contar con esta cicatriz que asegura ser inmune a la bacteria que provoca la tuberculosis, es por eso que se aplica a más del 80% de los recién nacidos.
Hay países en vías de desarrollo que no tienen acceso a esta vacuna y ello genera gran cantidad de decesos, esto ha llevado a clasificar a este suministro como un derecho humano, para combatir la bacteria.
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