Desde distintas realidades y trincheras, cada mamá hace su mejor esfuerzo: algunas con ayuda, otras no; algunas con suficientes recursos, otras con menos; algunas solas, otras con compañía; pero todas y cada una, dando la vida en su quehacer.
Como ejemplo de esto, hoy presentamos a tres mujeres distintas: una profesionista, una que se dedica a sus hijos a tiempo completo, y otra más que, a pesar de los años, sigue haciendo todo lo que está en sus manos por ver felices a los suyos.
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Bárbara. Ella se graduó de Contabilidad, pero es tan creativa que combina este conocimiento con la literatura. Tiene tres trabajos, ya que su hija de 19 años depende económicamente de ella, en absoluto. Es docente de Contabilidad y Administración en una universidad, donde atiende a nueve grupos de 25 alumnos, cada uno. Al salir, se traslada a otra universidad, donde se desempeña como encargada de Servicio Social; y por las tardes coordina talleres de literatura para niños, adolescentes y personas de la tercera edad. Pese a ser una mujer trabajadora y sumamente responsable, disfruta el tiempo con su hija. Bárbara asegura que la enseñanza más importante que quiere dejar en su hija es, en primer lugar, el amor a Dios. Después, el amor y cuidado de sí misma. Y vaya que ella ha sido ejemplo de eso y más: Bárbara es una mujer fuerte, inteligente, sabia, de corazón noble y generosa; pero, sobre todo, muy, muy valiente.
Eli. Es una joven madre, de apenas 36 años. Tiene una hija de seis años y un hijo de tres, a los que se dedica a tiempo completo. La decisión fue difícil de tomar, sobre todo adaptarse ya que había trabajado fuera de casa gran parte de su vida. Comparte que, estar en casa con sus hijos era una idea que desde hace tiempo ocupaba su cabeza, pero fue hasta que hubo recorte de personal en su empresa, que tomó forma. Tal vez no fue como lo había imaginado, pero hoy asegura que es lo mejor que le ha pasado. Se dedica el arreglo y diseño de uñas, así como a la venta de productos de cuidado personal por internet, para generar un ingreso que le permita sostener a su familia, ya que sus niños dependen de ella por completo. En este proceso, Eli ha reafirmado se una mujer decidida, con una fortaleza inquebrantable, que se sostiene en el amor que tiene por sus hijos.
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María Elena. Ella es mamá por partida doble, pues se ha dedicado al cuidado y educación de sus hijos; y ahora, hace lo mismo por sus nietos. Tiene 60 años, de los cuales ha trabajo más de 40. Se levanta antes de las 6:00 de la mañana, ya que ella se ocupa de llevar a sus nietos a la guardería. Después se va a trabajar, cumpliendo una jornada de ocho horas. Al salir, pasa por sus nietos a la guardería y los lleva a su casa, donde les de comer.
María Elena comparte que ser mamá y abuela ha sido el trabajo más difícil que ha desempeñado, pues “se olvida uno, de uno mismo. Nos hacemos a un lado, para poder atender a los demás”, señala. Sin embargo, a pesar del cansancio, asegura que nunca cambiaría por nada esa labor, pues le queda la satisfacción de hacer todo lo que está en sus manos para hacer de sus hijos y sus nietos, personas trabajadoras y responsables, pero sobre todo, felices.
Ellas son un ejemplo de que ser mama es una lucha que se libra día a día; y que, cada mujer que ha elegido ejercer su maternidad, sabe perfectamente que las horas de descanso son escasas, pero la satisfacción es plena.
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