Cuando Karen se convirtió en mamá, tenía 20 años y aún no sabía exactamente qué destino quería tomar, junto con su novio decidieron recibir a su bebé con gozo y tomar como primer acto de responsabilidad el matrimonio, para recibir en ese núcleo a su bebé en camino.
Luego de terminar la carrera, esta joven mujer no supo de inmediato qué carrera quería estudiar, y la vida la sorprendió haciendo carrera de mamá, antes que profesionalizarse, situación que la mantiene satisfecha, pues al ser mamá joven tiene toda la energía para dedicar a sus hijos, pues un año y medio más tarde llegó una hermanita, ahora sus criaturas tienen cinco y cuatro años respectivamente.
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La joven pareja decidió que papá trabajaba fuera de casa para traer el sustento y mamá laboraría en el hogar, quedándose únicamente al cuidado de los retoños, situación que les mantiene satisfechos y en la misma situación en este periodo de paternar.
Karen expresó que si bien, ser mamá es lo mejor que le pudo pasar y está contenta con la edad en que recibió a sus hijos, si siente que de pronto, algo falta, y ese algo, tiene que ver con ella misma, pues dedica todo el día y todos los días, enteramente a cubrir con las necesidades de sus pequeños.
Con esto está consciente de que, su vida ha quedado un paso atrás, “a veces siento que el mundo sigue avanzando y yo no, pero al mismo tiempo observo cómo se va volando en el crecer de mis hijos, temo que cuando estén listos para volar y que yo pueda continuar con mi vida, habrá pasado mucho tiempo, para estudiar una carrera, para incorporarme al mundo laboral, para re dedicarme a mí, una vez mis hijos puedan valerse por sí mismos, pero aún no sé cuándo ese momento llegue, ni siquiera sé si llegue”, aseguró.
Compartió que se siente en una constante dualidad, entre la satisfacción más grande que es ver día a día crecer a sus hijos y dedicarse a ellos de tiempo completo, “es que esto no tiene precio, verlos despertar, llevarlos a dormir, alimentarlos, conocer su personalidad, ir y venir al kínder y aprender de nuevo con ellos, atender sus tareas, son mi vida entera”.
“A veces si siento que estoy sola en esto, aunque mi marido siempre está, él llega muy cansado del trabajo y no entiende que yo también en la casa estuve todo el tiempo tras los niños y que me canso igual que él, o más, porque él por lo menos sale y ve otra gente, se despeja, yo soy niños y kínder, sus mamás y ya, está padre, pero también quisiera descansar”.
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Aunque está consciente, de que descanso no habrá, “mi mamá dice que nunca se descansa, porque de adolescentes, que salen de fiesta, las preocupaciones te consumen como mamá, así que no sé si en esta profesión de ser mamá, exista un domingo para realmente descansar”.
Karen asegura no saber si le faltó vida, pues le hubiera gustado salir más, conocer más y divertirse sin hijos, viajar y hacer cosas que ahora los compromisos económicos impiden, pero esta segura que cuando ve a sus hijos riendo y disfrutando, nada más importa.
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